María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, durante un Comité Ejecutivo del Partido Popular. :: PAUL HANNA / REUTERS
ESPAÑA

Ningún miembro del Gobierno sale en defensa de Cospedal tras la demanda de Bárcenas

El presidente y varios ministros mostraron en público su apoyo a Ana Mato tras los informes policiales Algunos barones y diputados critican la gestión de la número dos del PP en el caso del extesorero

MADRID. Actualizado: Guardar
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Parcialmente cuestionada en privado y sin grandes respaldos públicos, María Dolores de Cospedal afronta en una aparente soledad uno de los momentos más críticos desde que el hallazgo judicial en Suiza de una cuenta de Luis Bárcenas con 22 millones de euros provocara uno de los mayores terremotos en la historia del PP.

Ningún miembro del Gobierno y ningún alto dirigente del PP salieron ayer a defender públicamente a Cospedal. Y eso que Bárcenas, en una jugada maquiavélica, había acusado de mentir a la secretaria general de los populares. El extesorero, horas después de que la también presidenta de Castilla-La Mancha anunciase que se desvinculó de manera amistosa de los populares en abril de 2010, presentó una demanda contra el partido por «despido improcedente» y, de paso, intentó desmontar la tesis de Cospedal al asegurar que hasta el pasado mes de enero estuvo cobrando del PP unos 21.000 euros mensuales como asesor.

Una afrenta que ha tenido una tibia respuesta desde Génova y, al menos de momento, no ha merecido ningún comentario desde Moncloa, pese a que Bárcenas intenta poner entre la espada y la pared a la número dos del partido que sustenta al Ejecutivo.

«¿Sigue manteniendo su confianza en la señora Cospedal», le preguntaron ayer en el Congreso a Mariano Rajoy. «Buenos días», fue la única respuesta que ofreció el presidente tras someterse a la sesión de control al Gobierno, en la que tuvo que oír en boca de varios portavoces de la oposición varias alusiones al 'caso Bárcenas'.

Minutos más tarde, los informadores formularon la misma cuestión a Soraya Sáenz de Santamaría en los pasillos de la Cámara Baja. No respondió. La vicepresidenta del Gobierno lleva varios viernes consecutivos enfrentándose a preguntas similares en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Elude contestar con el argumento de que no habla del partido «desde la mesa del Gobierno». Tampoco lo hizo en esta ocasión a pesar de no encontrarse sujeta a esa atadura.

Este silencio contrasta con el respaldo público que recibió la ministra Ana Mato tras desvelarse un informe de la Unidad de Delitos Económicos y Fiscales (UDEF) en el que se señalaba que la red 'Gürtel' supuestamente pagó viajes, regalos y fiestas al entonces marido de la actual titular de la cartera de Sanidad. «Mantengo la plena confianza en la ministra porque una de mis obligaciones es ser justo y creo que manteniendo la confianza soy justo porque ella lo merece», espetó en febrero Rajoy desde Bruselas al término de un Consejo Europeo. Pocos días más tarde, Sáenz de Santamaría apuntaló a su compañera de Consejo de Ministros con un tajante «no va a dimitir».

El Gobierno intenta crear una especie de cortafuegos para que esta controversia se quede en el seno del partido y no le salpique a él en un momento en el que está centrado en intentar que España saque definitivamente la cabeza del agua y supere la crisis económica.

Pese a este empeño, hay un hecho irrefutable: Mariano Rajoy, además de presidente del Gobierno, es la máxima autoridad del PP. Fuentes del entorno de Cospedal niegan que no sienta el respaldo de Rajoy, con el que se comunica a diario.

Guardia baja

Pero el escándalo Bárcenas tiene otras aristas para Cospedal. Varios dirigentes del partido intentan aprovechar la supuesta guardia baja de la secretaria general para arremeter contra su gestión de esta crisis.

«Va por libre, como demuestra que se haya adelantado a los propios tiempos del partido en la demanda contra Bárcenas», comenta un miembro del comité ejecutivo nacional del PP. Los defensores de esta tesis apuntan a que Cospedal pretende arrogarse todos los méritos de la regeneración del partido, aunque nadie cuestiona que, efectivamente, fue la secretaria general la primera en enfrentarse abiertamente al todopoderoso tesorero.

El comentario más generalizado entre barones y los cuadros medios de la formación de centro-derecha, sin embargo, es la presunta falta de claridad a la hora de dar explicaciones. «El lío del finiquito simulado no lo entendió nadie», espeta otro miembro del PP, en clara alusión a la respuesta que dio el pasado lunes Cospedal tras reunirse con el comité de dirección. Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, echó más leña al fuego al calificar de «un poco confusas» las explicaciones de Cospedal. Otro punto flaco en la estrategia del PP es, a juicio de varios diputados populares, la falta de celeridad en interponer acciones judiciales contra Bárcenas y contra todos aquellos -tal y como aseveró Rajoy- que hubieran dado pábulo a la presunta 'contabilidad B' del partido.

De hecho, aún no se han interpuesto pese a que ha transcurrido un mes desde el anuncio. «Y esto permite a la oposición intentar confundir a los ciudadanos dando por hecho que este señor -por Bárcenas- nos tiene cogido a todos». Tan solo el portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso, Rafael Hernando, rompió esta tendencia. «Es la secretaria general de mi partido, lo va a seguir siendo, así lo hemos decidido y goza de la confianza de todo el mundo», zanjó.