Gallardón, experto en tasas

«Gobernar, a veces, es repartir el dolor». La frase es de Alberto Ruiz Gallardón. Con la administración de Justicia unida contra sus reformas, el ministro abandonó por unos instantes su discurso habitual para recordar a sus críticos que por mucho que protesten esto es lo que hay. Que la realidad económica obliga a tomar decisiones como la subida las tasas judiciales y que sin este canon, que incrementa los pagos entre 50 y 750 euros, no se podría financiar la Justicia gratuita.

Esta apelación de Gallardón al sufrimiento causado por la crisis sonó a música conocida en los despachos del Ayuntamiento de Madrid. En la planta de las oficinas de la oposición asemejaban el «dolor» de Gallardón a sus alegatos como alcalde cada vez que sacaba una tasa de la chistera. Y no fueron pocas en sus ocho años al frente del Consistorio.

Tasas de basuras, vados, servicios de emergencias, multas, grúas, parquímetros, a las telefónicas por usar la vía pública, residuos industriales, envases o vidrios. Un listado concentrado en dos legislaturas, entre 2005 y 2011, y que fue puesto en marcha conforme sus grandes obras tomaban forma. Esta fuente de financiación, sin embargo, no logró frenar la abultada deuda municipal.

«Su voracidad recaudadora no tenía fin. Decía que los gravámenes tenían como misión financiar la totalidad del servicio prestado y en realidad se destinaba a tapar los agujeros que dejaban sus megalómanas obras», señala la concejal socialista Noelia Martínez, portavoz de Hacienda y que está en el Ayuntamiento desde 1997.

Recuerda que la llegada de Gallardón en 2003 vino acompañada de una tormenta política. Tras dos mandatos como presidente de la Comunidad de Madrid una de sus últimas medidas fue la aprobación del céntimo sanitario en 2002. La primera autonomía que subía un céntimo de euro el litro de la gasolina para financiar el Plan Integral de Sanidad.

Arcas «intervenidas»

Ángel Pérez, portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid, es una de las personas que mejor conoce a Gallardón. De hecho, coincidieron en la comunidad y en el municipio hasta que el alcalde fue reclutado por Mariano Rajoy. Pérez afirma que la gestión anterior del ministro estuvo marcada por el endeudamiento desaforado. «Llegó a la comunidad con 2.700 millones y se fue con 8.000, y a la alcaldía accedió con 1.200 y ahora estamos por encima de los 7.000 millones».

Con las arcas municipales «intervenidas» hasta 2015 y el pago de esta obra empeñado «35 años», según Pérez, a Gallardón no le quedó otro remedio que romperse la cabeza para buscar dinero debajo de las piedras. De ahí su gusto por las tasas o las subidas de impuestos.

Según la Agencia Tributaria, entre 1990 y el 1 de enero de 2012 el Ayuntamiento de Madrid aprobó 20 tasas, la mitad de Gallardón, y varias han tenido contestación en los tribunales por fijar cuantías desproporcionadas o condiciones abusivas.

Este año el Supremo ha tumbado la de vados, que contenía subidas por garaje de hasta 1.100 euros, o el denominado 'multazo', que incrementó un 500% las infracciones de tráfico, de 90 a 450 euros. Pero hasta que no ha habido decisión firme el Consistorio ha seguido recaudando hasta alcanzar 197 y 600 millones, respectivamente.

El Ministerio de Justicia, sin embargo, niega afanes recaudatorios y sostiene que los fondos de las tasas irán destinados a financiar la Justicia gratuita. Una segunda finalidad es frenar la alta litigiosidad que ha llegado a colapsar más de un juzgado por la gratuidad, o casi, de las demandas. El presidente del Gobierno también tuvo que salir en defensa de Gallardón ante la rebelión general de los estamentos judiciales y subrayó que con las tasas apenas se financiará el 10% de los servicios de la Justicia, el 90% restante saldrá de los bolsillos de los contribuyentes.