El primer ministro británico, David Cameron, habla con la canciller Angela Merkel en presencia del primer ministro de Malta, Lawrence Gonzi, en la cumbre. :: ERIC VIDAL / REUTERS
Economia

Alemania bloquea el presupuesto 'antiparo' de la zona euro

Merkel solo acepta ofrecer incentivos «limitados» a los países que firmen contratos con Bruselas para aplicar duras reformas

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Europa se ha desfondado con la unión bancaria. Tras meses de negociaciones para pactar el supervisor único del sector financiero, buena parte de los socios han llegado al límite de sus fuerzas y rechazan acelerar en otros ámbitos. Escoltada por Holanda y Finlandia, Alemania bloqueó ayer los esfuerzos para intentar avanzar en el presupuesto exclusivo de la zona euro, una de las medidas centrales debatidas junto al vigilante de la banca en la cumbre celebrada en Bruselas. Las cuentas de la moneda única, que se han aplazado sin fecha, se habían diseñado para ayudar a los países a pagar el subsidio del paro. Francia, Italia y España se unieron para defender la propuesta, pero se toparon con el 'no' rotundo de Berlín.

Angela Merkel, favorita en las elecciones germanas de septiembre de 2013, es consciente de que las ayudas a los socios en apuros chirrían entre buena parte de su electorado. Desde que estalló la crisis, en Alemania se teme que la zona euro acabe convirtiéndose en un sistema de transferencias desde los países ricos a los más zarandeados por los mercados. Ayer, la canciller dejó claro que el presupuesto de la moneda única no tiene cabida en los planes comunitarios, al menos, hasta dentro de dos años. El planteamiento había sido apadrinado por el presidente de la Unión, Herman Van Rompuy, quien lo incluyó en su ambicioso calendario para avanzar en la integración del bloque, un proceso que ha quedado muy descafeinado salvo en el campo bancario.

La cuentas de la Eurozona nacieron sobre el papel como una forma de reforzar la solidaridad del bloque. Van Rompuy quería que se pusieran en marcha para ayudar a los socios a afrontar fuertes incrementos en el gasto a consecuencia de la recesión. De acuerdo a esta tesis, el dinero se emplearía para pagar el aumento de subsidios del paro, lo que también contribuiría a prevenir desfases con el déficit. Incluso, el exprimer ministro belga sugirió que el presupuesto podría servir como base para emitir deuda y hasta crear un Tesoro conjunto del bloque. En su última propuesta, el responsable comunitario ya situó la idea entre los objetivos a largo plazo, pero Merkel no ha querido que cobre más cuerpo.

La canciller solo mostró cierta flexibilidad en una especie de fondo anticrisis que, según Van Rompuy, podría convertirse en el germen del presupuesto. Este mecanismo se utilizaría para incentivar las reformas en los países. Para ello, los socios deberían firmar contratos vinculantes con la Comisión, otra iniciativa que se rumía desde hace meses para evitar que las economías se anquilosen y pierdan competitividad. «Estamos hablando de una cantidad muy limitada. Serían entre 10.000 y 20.000 millones», explicó la líder al terminar la cumbre. Las partidas, agregó, tendrían topes temporales muy claros y se entregarían a cambio de «proyectos muy específicos» como la mejora de la Formación Profesional o el fomento de la investigación.

Merkel reconoció que España da el perfil para convertirse en un país «beneficiario» de las ayudas, pero sugirió que una de las condiciones sería contar con un déficit inferior al 3%. Pese al nivel de concreción al que llegó la canciller, los socios disponen de un plazo de seis meses para acordar la normativa vinculada a estos contratos con incentivos. Hasta entonces, la mandataria alemana animó a Rajoy a «seguir adelante» con los cambios estructurales.

Francia, Italia y España presionaron para que Alemania cediera al menos con los incentivos, una cuestión que al inicio de la cumbre tampoco estaba clara. Este tira y afloja provocó que la sesión del jueves volviera a adentrarse en la madrugada hasta que se forjó un consenso. Pese a que logró salvarse un acuerdo de mínimos, las discrepancias evidencian la falta total de sintonía en el eje franco-alemán.

A diferencia de su predecesor, François Hollande privilegia la alianza mediterránea junto a Rajoy y Mario Monti. Merkel afianza sus lazos con los países del Norte, amantes de la disciplina y la rigurosidad. En cuanto a Reino Unido, David Cameron sigue huyendo de cualquier fórmula de integración y apuesta únicamente por desarrollar el mercado único.

«Déficit bueno y malo»

Hollande no solo agitó la cumbre con el presupuesto conjunto. El líder galo intentó abrirse paso con una propuesta de Monti para que se alterara la forma de computar el déficit. El objetivo es que determinados gastos encaminados a estimular el crecimiento no se contabilicen al examinar las cuentas. La medida se estrelló contra la ortodoxia germana, pero también del BCE. El consejero alemán de la entidad, Jörg Asmussen, no pudo expresarse con mayor contundencia. «Es sorprendente cómo esta discusión emerge cada cierto tiempo», se quejó antes de subrayar que «no tiene ningún sentido diferenciar entre déficit bueno y malo».

Tras dejar en la cuneta las tesis más proclives al crecimiento, la UE centrará el año próximo en el desarrollo de la unión bancaria, el último gran antídoto para estabilizar los mercados. En apenas unas semanas, el BCE se pondrá manos a la obra para asumir en 2014 el control de las grandes entidades europeas.