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Defensor del actual modelo de relación con Estados Unidos

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El líder opositor, presidente del Partido Popular Democrático (PPD) y favorito en las encuestas tiene en el localismo su principal activo. Responde al modelo de 'político puertorriqueño': estudió Derecho en la Universidad Interamericana de la capital, San Juan, y defiende el Estado Libre Asociado como la mejor opción para su país. De 41 años, casado con Wilma Pastrana y padre de tres hijos, se inició en política en 2005 tras un corto paso por el mundo de las leyes como oficial jurídico en el Tribunal de Apelaciones. Entró en el Gobierno de Aníbal Acevedo Vilá (2005-2009), como secretario de Asuntos del Consumidor, y desempeñó un buen trabajo para controlar el precio de la gasolina. Su partido recuerda ahora que fue el artífice de que el coste del combustible se mantuviera como el más bajo de todo el territorio estadounidense por aquella época.

Preside el PPD desde 2011 y durante la campaña ha logrado debilitar la imagen de su rival, Luis Fortuño. Pero su propio equipo ha tenido que trabajar también para reforzar su liderazgo ante ciertas acusaciones de falta de contenido en su discurso que llegaron a calar entre la oposición. Ahora es el líder de la 'buena imagen'.

Se le conoce como «el político sin carisma», pero lleva cuatro años gobernando Puerto Rico y aún le sobra energía para optar a la reelección. El presidente del Partido Nuevo Progresista (PNP) es un abogado de 51 años, licenciado por la Universidad de Virginia, que ha dedicado su carrera política a luchar por la anexión. Su nombramiento en 2004 como representante de su país en el Congreso de EE UU fue el último escalón antes de convertirse en 2009 en gobernador. Ya había formado parte del ejecutivo de Pedro Roselló en 1993, donde llegó a ser secretario del Departamento Económico.

Está casado con Luce Vela, también jurista, y tienen tres hijos, trillizos, que estudian en Estados Unidos. Durante su mandato, en el que ha apostado por la iniciativa privada, ha tomado decisiones muy discutidas, como la privatización del principal aeropuerto de la isla o el intento de construir un gasoducto, por el que fue acusado de querer favorecer a su círculo de amigos empresarios. Tampoco deja buen recuerdo entre los miles de empleados públicos a los que despidió nada más llegar al poder con la excusa de reducir un déficit fiscal de 3.200 millones de dólares heredado del Ejecutivo anterior.