Artículos

Turismo por amor

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El segundo día del reciente puente del Pilar amanecimos con la buena noticia de que las previsiones turísticas para el fin de semana se habían quedado cortas. En esa maraña de porcentajes de ocupación hotelera, de número de visitantes y pernoctaciones en la que se convierten las noticias sobre el sector, el termómetro por el que mide el lector no iniciado el verdadero calado de las informaciones son las explicaciones de los representantes provinciales de la industria. Atendiendo a ese detalle, siento decir que la buena nueva debería quedarse en cuarentena. Los presidentes de la patronal hotelera y hostelera achacaron el buen dato a lo de siempre: la acumulación de días festivos y el calor. Por no parecer repetitivos y ofrecer un titular diferente a los periodistas, estos representantes introdujeron una curiosa variante: el éxito turístico, corroborado ayer, se debía, en parte, al amor. Sí, a las bodas que, al parecer, han proliferado estos días en la provincia.

Mal vamos si confiamos el presente y el futuro del motor de la economía gaditana a este tipo de eventos (por más nobles y bellos que sean) y no, como ocurre en varias ciudades, a otros de tipo cultural. El mismo sábado, en un telediario nacional, veíamos que se esperaba un récord de visitantes en los museos madrileños. Otras capitales de provincia de corte similar a la gaditana, como Córdoba o Granada, acumulan turistas gracias al reclamo de su monumentalidad pero también, cada vez más, por su amplia oferta de ocio. En la Tacita y sus alrededores, sin embargo, esperamos a que Cupido lance flechas a discreción por si el disparo acaba en matrimonio y así, gracias al veranillo de San Martín y los enlaces, alargamos la temporada alta.

En un año en el que Cádiz ha ostentado la Capitalidad Iberoamericana de la Cultura y las instituciones han echado el resto por no solo serlo, sino además parecerlo, los empresarios turísticos deberían haber aprovechado mejor el tirón para colocar a la provincia, al fin, en un destino preferente por razones lúdicos y/o culturales. Un buen comienzo podrían ser los discursos, la palabras que le llegan y animan a los futuros turistas a moverse. Lo de los casamientos se antoja un reclamo débil, ¿no? Además, ya se sabe, a los enamorados siempre les quedará París.