Sociedad

AMAR A MO YAN

EDITOR EN ESPAÑA DEL NOBEL DE LITERATURA Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si estás enamorado, no hay riesgo. Ninguno. Muchos alaban lo que consideran el valor de publicar seis obras de Mo Yan en nuestra pequeña editorial, Kailas. Pero no hay mérito: estaba -estoy- enamorado de su literatura, y cuando uno está enamorado, ¿cuál es el riesgo? Ninguno, claro. Hay que enamorarse, sí, del autor de 'Grandes pechos, amplias caderas'. Por su capacidad narrativa, sin igual en las letras actuales; por la extraordinaria arquitectura de sus obras, muchas de ellas de cerca de mil páginas en las que uno, leyéndolas, se desliza con una asombrosa facilidad, solo para encontrarse, al final, exhausto: ¿de dónde sale tanta felicidad? Dejarse seducir por quien escribiera 'Rana' es lo más natural del mundo. De hecho, lo difícil sería no sucumbir, rendido, a la beligerancia justificada, y a la ternura ocasional, de su pluma.

Solo un autor con semejante destreza intelectual logra derribar tantos muros chinos, algunos perversos, sin hacer el menor ruido. Con sus creaciones fantásticas, con su habilidad para llevarnos a su universo tan particular, a veces quejumbroso, a veces siniestro, siempre veraz, este escritor nacido y criado en Shandong, en el este rural, logra reflejar con intenso acierto la nueva China, la que no puede deshacerse de su pasado ni abraza, del todo, un futuro incierto marcado por los logros económicos y las limitaciones de la dictadura.

Sometido como tantos otros a las extremas exigencias de la Revolución Cultural, a su crudeza y a sus máximas dificultades, «No hables», seudónimo que adoptó para protestar contra la falta de libertad de expresión, vierte sobre sus textos experiencias y andanzas, ideales y miedos, que convierten sus obras en el gran «realismo alucinatorio» que subraya la Academia sueca. Es fácil enamorarse de Mo Yan. De su lenguaje, capaz de describir decenas de diferentes puestas de sol con una inaudita brillantez sin repetir ni una sílaba, capaz de describir la invasión japonesa sin renunciar a enumerar cada ápice de su violenta acción.

Enamorarse del Nobel de Literatura 2012 resulta una tarea bien sencilla que, además, se efectúa con el mayor de los gustos y que, casi sorprendentemente en estos tiempos tan inestables, no provoca el más mínimo deseo de infidelidad.