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La moto de la etapa Infantil

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Entre todas las motos que nos han vendido (y que hemos comprado a precio de oro) ocupa un lugar privilegiado la Educación Infantil, esa etapa recientemente inventada que abarca al alumnado entre los tres y los seis años. No es una fase obligatoria en la educación de nuestros hijos, pero el hecho de que todo el vecindario lleve a unas criaturas que acaban de abandonar el estadio de bebés a clases diarias durante un mínimo de cinco horas obliga a quienes tienen otra opinión a pasar por el aro para que ningún niño quede excluido de este sistema. De hecho, la universalización de la etapa Infantil fue uno de los logros que alcanzamos hace cinco años, cuando éramos ricos. ¿Recuerdan? Pero novelerías aparte, ¿alguien se ha parado a pensar si esto es lo que más conviene a los pequeños? ¿No sería mejor que compartieran más horas con sus padres y madres? De todas formas, este supuesto servicio que presta la Consejería de Educación de la Junta para facilitar aquello que se llamó 'la conciliación de la vida familiar' solo es útil para quienes tienen condición de funcionario, puesto que el horario lectivo es de nueve de la mañana a dos de la tarde. Ya sé que ahora suena a ciencia ficción eso de optimizar el tiempo y facilitar la vida familiar, ¿pero de verdad es más costoso para esta sociedad que las empresas abran de una vez la puerta a la conciliación que pagar una línea completa de Educación?

Coincidiremos en que la etapa Infantil no ha sido demandada por ningún grupo de niños, sino por sus progenitores, que agobiados con nuestra vida pretendemos dejar a buen recaudo a nuestros hijos mientras solucionamos el día a día. Pero ni para esto sirve el invento. El horario es inflexible y me consta que, cuando un niño de tres años tiene el más mínimo problema al controlar los esfínteres, la maestra llama a las madres (también algún padre) para que acudan al auxilio del pequeño, y de paso, de la maestra, que se niega a utilizar una toallita esgrimiendo el argumento de que estudió una carrera universitaria. Me dicen que ésta fue una guerra perdida hace diez años, cuando los sindicatos no lucharon lo suficiente por que hubiese monitores en Infantil. Pero me parece que éste solo es un detalle que evidencia la gran pantomima del sistema.