El Papa riega el cedro que sembró ayer en el palacio presidencial de Líbano. :: AFP
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El Papa insta a Líbano a ser en un ejemplo de paz mundial

Benedicto XVI se reúne con los líderes políticos y religiosos del país y pide a los jóvenes que se unan contra la guerra en Siria y la región

BEIRUT. Actualizado: Guardar
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Tras un emotivo encuentro celebrado ayer en el palacio presidencial libanés de Baabda, el Papa defendió la libertad religiosa como «un derecho fundamental» ante los líderes de la nación. «Predicar y vivir su propia religión sin poner en peligro la vida debe ser posible para todos», resumió Benedicto XVI.

De camino a la residencia oficial del jefe de Estado, el pontífice fue acogido en una atmósfera de fervor y alegría por miles de fieles, entre ellos muchos jóvenes y niños que se congregaron en las carreteras mientras agitaban banderas del país y del Vaticano. Incluso grupos de iraquíes, jordanos, egipcios o palestinos acudieron a saludarle.

El único presidente cristiano en la región, Michel Suleimán, dio la bienvenida al palacio de Baabda al pontífice, a quien obsequió con un sello conmerativo que se ha emitido por su viaje a Beirut. Juntos plantaron en el jardín «un cedro de la amistad», el árbol que simboliza al país. También se entrevistó Joseph Ratzinger con el líder del Parlamento, Nabih Berri (chií), que vino acompañado por su esposa y al que más tarde se unió su familia; así como con el primer ministro, Nayib Mikati (suní), que le regaló una cruz de oro del siglo XVII.

En su encuentro con las autoridades políticas libanesas, el Papa insistió en la necesidad de que ahora más que nunca el país demuestre al mundo que la paz es posible en medio de la diversidad. «¿Por qué Dios escogió esta región? ¿Por qué vive en la tormenta? Me parece que es para que sirva de ejemplo y sea testigo ante el mundo de que el hombre puede vivir su deseo de paz y reconciliación», aseguró. Asimismo, instó a «decir no a la venganza, reconocer nuestros errores y saber perdonar».

Tristeza y preocupación

«Salam aleikum (que la paz sea con vosotros)», dijo Benedicto XVI al concluir su alocución. Por su parte, el presidente libanés afirmó que «la democracia no puede ser alcanzada en los países de la región si los cristianos no participan en la vida política», al tiempo que destacó la relevancia de que se produzcan «reformas y derechos para las poblaciones árabes, pero lejos del odio y la violencia».

Al término de las entrevistas con las autoridades, el pontífice se reunió con los líderes religiosos, como el mufti de la República, el suní Mohamed Qabbani; el vicepresidente del Consejo Superior chií, jeque Abdel Amir Qabalán; el jeque Akl de la comunidad drusa, Naim Hasan, y el presidente del Consejo Alauí, jeque Asad Assi. El mufti entregó al Papa un memorándum de cinco páginas en el que se expone la importancia que conceden los musulmanes a la presencia cristiana en Líbano y Oriente Próximo.

La sede del patriarcado maronita fue el último lugar al que se dirigió ayer Benedicto XVI. Allí le esperaba un nutrido grupo de jóvenes a quienes pidió unirse para poner fin a la violencia y a las guerras que azotan Siria y la región. «Digan que el Papa está triste a causa de vuestros sufrimientos y vuestros duelos. No olvida a Siria en sus oraciones y preocupaciones. No olvida a Oriente Próximo, que sufre», reconoció.