la marcha obrera en Cádiz

El SAT prepara un desembarco masivo en Cádiz tras ocupar una sucursal de El Puerto

Once jornaleros son detenidos por desórdenes y coacciones pero quedan libres a las pocas horas

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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«Mañana será un gran día. Haremos una entrada en Cádiz que será apoteósica»; se relamía ayer el portavoz del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Diego Cañamero, a su llegada a la Caseta Municipal de Puerto Real. Hasta estas dependencias cedidas por el Ayuntamiento, gobernado por el PA, desembocó la marcha jornalera cerca de las tres de la tarde. Parada y fonda porque el destino final de la manifestación en tierras gaditanas será la capital, donde hoy se prevé, según la información que manejan los cuerpos policiales y algún dato rescatado entre tertulias de los participantes, un desembarco masivo de manifestantes. Esas mismas informaciones barruntan como punto principal de la acción de hoy, la entrada del Puente Carranza; un símbolo para algunos colectivos como los trabajadores de los astilleros de Puerto Real que lo toman cada vez que recrudecen sus protestas.

Puede que éste sea el desarrollo de la jornada de hoy o puede que no, porque el SAT juega al despiste en sus movilizaciones. Así lo reconocía ayer el líder de esta marcha de jornaleros, el diputado andaluz por IU, Juan Manuel Sánchez Gordillo, ante su público entregado. La caminata había concluido y los participantes descansaban en la caseta, cuando Sánchez Gordillo, con su inseparable megáfono, recibía a los once detenidos por ocupar, de forma testimonial porque la acción apenas duró una hora, una oficina de La Caixa en El Puerto. «Estaba todo preparado. Sabíamos que los ojos estaban puestos en Puerto Real y por eso decidimos actuar al principio». Y así fue.

A las nueve de la mañana estaba previsto que arrancara la marcha desde la estación portuense. Pero esa hora fue la señal para que por megafonía se informara a los presentes que un grupo de personas acababan de ocupar la sucursal de la barriada de El Tejar. Una oficina que está situada en la dirección opuesta al sentido que debía tomar la manifestación.

Sánchez Gordillo y Diego Cañamero trataron de dirigir a los jornaleros hasta el banco, pero la Policía les recordó que tenían autorizado un recorrido concreto y no podían modificarlo. Tras negociar y negociar, los dirigentes del SAT consiguieron permiso para que unas diez personas se acercaran a la sucursal: «Os vais los más señalados, os hacéis las fotos y ya está», le dijo un mando policial a Sánchez Gordillo.

En la oficina bancaria llegaron a introducirse once personas, que se quedaron en la antesala de la oficina -zona de cajeros automáticos- portando banderas. La Policía les pidió que abandonaran y ante la negativa, fueron sacados a la fuerza e introducidos en dos furgonetas. De allí a la comisaría portuense en calidad de detenidos. El Cuerpo Nacional les abría diligencias por delitos de desórdenes y coacciones, según confirmaron desde el SAT y la subdelegación del Gobierno.

Tras quedar en libertad al mediodía y reunirse con el resto de participantes de la marcha en Puerto Real, algunos de ellos aseguraban a los medios que la Policía los había tratado bien: no estuvieron en los calabozos sino en una sala de la comisaría y en ningún momento les quitaron los teléfonos móviles. «Eso sí, nos han tenido esperando un buen rato», decía Diego Cañamero, que optó por abandonar la marcha para esperar a que los detenidos salieran de dependencias policiales. Estos once jornaleros fueron asistidos por una letrada de oficio y ahora deberán esperar a ser citados por la autoridad judicial.

La marcha definitivamente arrancó cerca de las doce del mediodía. La idea inicial era esperar a las personas que habían sido arrestadas, pero dirigentes del SAT temían que los ánimos se caldearan en exceso y la situación terminara en altercados con la Policía Nacional. Lo cierto es que las cabezas visibles de la marcha intercedieron en no pocas ocasiones para evitar que los integrantes de la marcha más exaltados se enfrentaran a los agentes. Las llamadas a la calma fueron constantes. Quizás la experiencia del asalto del Mercadona, que ha dividido a la opinión pública por las formas empleadas, haya influido. Pese a todo, se produjo algún rifirrafe entre agentes y algunos manifestantes, que a cada orden de la Policía respondían con insultos y amenazas de denuncias, pero fueron episodios menores.

La marcha transcurrió con normalidad desde El Puerto a Puerto Real; si bien las grandes superficies y los establecimientos hoteleros de Valdelagrana permanecían custodiados hasta que la fila de trabajadores se alejaba. Algunos vecinos salían a aplaudir a los trabajadores, pero muchos otros se tomaron la acción de ayer como un momento curioso para fotografiar.

La normalidad fue, sobre todo, para los jornaleros y los cuerpos policiales porque los conductores que al mediodía trataron de entrar y salir de la ciudad portuense por su acceso sur, se toparon con cortes de tráfico y retenciones.

Al entrar en Puerto Real, la cola de jornaleros fue dirigida hacia la caseta, donde concluía la etapa de ayer, que de nuevo tuvo como banda sonora proclamas en contra de los banqueros, la monarquía y a favor de una reforma agraria y un levantamiento popular. El Ayuntamiento de Puerto Real les ofreció techo, duchas para asearse, agua y algunos frutos secos. Como las romerías de pueblo, esta marcha obrera tiene la logística cubierta. Varios coches escoba, cargados de colchones, comida y bebida se encargan del avituallamiento.

Ya por la tarde, el SAT cumplía su aspiración de recorrer el centro de Puerto Real, convocando una asamblea en la plaza de Jesús, a la que acudieron centenares de personas.