EQUILIBRIO INESTABLE

El martes pasado, por primera vez, Izquierda Unida presidió el Gobierno andaluz. Diego Valderas, en su calidad de vicepresidente, ocupó la cabecera del 'consejo de ministros' de San Telmo en ausencia de Griñán. La noche antes, el coordinador regional había abortado su primer intento serio desde dentro de sus filas de romper la coalición con el PSOE. Su carta a la militancia y la ejecutiva posterior no evitaron que dos de sus diputados rompieran la disciplina y votaran contra el plan de ajuste presentado por Carmen Martínez Aguayo.

El episodio pone de manifiesto las discrepancias internas en IU, ahora por la agitación del PCA sevillano, que se atribuye no tanto a una frustración por lo obtenido en el reparto como a una visión «capitalina» de la estrategia. Parece que desde Sevilla se quiere imponer un criterio más radical y hay mayor resistencia a los argumentos de quienes defienden que es preciso romper la inercia de la oposición, la movilización y la crítica y que gobernar es sobre todo adoptar decisiones difíciles. Se recrimina a los comunistas de Híspalis que no tuvieran esos problemas de 'pureza' en sus pactos municipales con el PSOE.

Pero ¿puede romperse el acuerdo de Gobierno que ha dado in extremis la presidencia a Griñán? Aunque nadie descarta que episodios como este vuelvan a producirse, IU se apresura a asegurar que no y que «unas elecciones anticipadas serían una catástrofe». Quizás en especial para ellos si llegara a darse el caso que dejen de ser imprescindibles: cada vez son más los analistas que calculan las posibilidades de que la Legislatura no llegue a su fin.

Al PSOE le interesaría aprovechar la coyuntura de un deterioro de la valoración del Gobierno de Rajoy y, sobre todo, de un PP andaluz en horas bajas, tras la marcha de Javier Arenas. De ahí que los populares andaluces aceleren una difícil sucesión, que de acortar sus plazos daría una oportunidad mayor a Zoido. Pero a Izquierda Unida le devolvería a la casilla de salida.