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China admite que el disidente Chen salga del país para estudiar

Las autoridades rebajan la tensión con EE UU al ofrecer al activista «viajar al extranjero como cualquier otro ciudadano»

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Chen Guangcheng siempre quiso estudiar Derecho. Lo hizo por su cuenta, y, a pesar de que sin un título oficial no puede ejercer la profesión, sus conocimientos le ayudaron a convertirse en uno de los activistas sociales más prominentes de China. Y eso que hasta los 23 años, edad a la que ingresó en un instituto para ciegos, Chen era analfabeto. Sin duda, al gobierno de Pekín le habría interesado que siguiese así, porque sus pesquisas en la provincia de Shandong le llevaron a descubrir la cara más oscura de la política de natalidad china.

En 2005 puso una denuncia contra el gobierno local de Linyi, que había llevado a cabo cientos de esterilizaciones y abortos forzosos. Un año después, Chen fue encarcelado por «destrozar propiedad pública y cortar el tráfico». Aunque cumplió los cuatro años de la sentencia, su cautiverio continuó hasta el pasado día 22, cuando escapó de su casa a pesar de ser, técnicamente, un hombre libre. Se refugió en la Embajada de EE UU en Pekín y provocó uno de los conflictos diplomáticos más graves entre las dos superpotencias.

Ahora, la solución a su caso parece residir, precisamente, en la carencia de estudios formales. Porque China anunció ayer que Chen podría viajar al extranjero «como cualquier otro ciudadano chino» para cursar estudios. Este cambio de rumbo de Pekín permite evitar una crisis mayor con Estados Unidos, proporciona una salida airosa a ambos países, y cumple el deseo de Chen de abandonar su país.

Salvar los papeles

El activista reiteró ayer que se encuentra todavía «en una situación muy peligrosa», y aseguró que hasta que se cerró este acuerdo no se le había permitido el contacto directo con el personal de la legación diplomática que había intentado entrar en el centro sanitario. Ahora ya cuenta con buena asistencia médica, así que la secretaria de Estado Hillary Clinton puede regresar a Washington satisfecha, tras haber salvado los papeles de un conflicto que finalmente no ha estallado en la cumbre bilateral anual celebrada en Pekín.

De hecho, la noticia ha «animado» a la secretaria de Estado: «Estamos comprometidos con la elección de Chen», dijo, «pero hay mucho que hacer porque este no es un caso que atañe solo a disidentes famosos; engloba las aspiraciones de mil millones de personas en China». Un oficial americano añadió que una universidad, posiblemente la de Nueva York, estaría dispuesta a matricular al activista y su familia. Y todo apunta a que China otorgará los documentos necesarios para que puedan rehacer su vida.