CÁDIZ

El Rey echa flores a la Pepa

Cientos de gaditanos se congregan en la Plaza de España durante la ofrenda junto al monumento a las Cortes

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Si el Oratorio de San Felipe Neri fue el escenario de políticos y autoridades, la Plaza de España se convirtió en el lugar donde se reunió el pueblo para rendir su particular homenaje a la Constitución de 1812 y, sobre todo, ver de cerca a los Reyes de España y a los principales representantes del Gobierno de la Nación que ayer se dieron cita en Cádiz con motivo del Bicentenario. Desde las diez de la mañana, los alrededores del monumento de Las Cortes se convirtieron en un ir y venir de gaditanos-algunos ataviados con los trajes típicos de la época- y turistas que se afanaban en conseguir un lugar privilegiado desde donde ser testigos de la ofrenda floral que tres horas más tarde protagonizó el Rey Juan Carlos I. Sin embargo, las grandes medidas de seguridad que se pudieron en marcha, impidieron a los ciudadanos seguir de cerca el histórico acontecimiento y tuvieron que conformarse con seguirlo desde la distancia, sin poder distinguir siquiera a las personalidades y sin poder saludar a Sus Majestades. Solo los vecinos de la zona, que se adueñaron de las terrazas y las azoteas de los edificios colindantes, tuvieron la posibilidad de seguir el acto, de carácter estrictamente institucional y que se limitó a poco más de cinco minutos.

De hecho, los Reyes de España llegaron en el vehículo oficial hasta la misma muralla de San Carlos y tras dedicar algunos saludos a quienes los vitoreaban desde los alrededores, se dirigieron enseguida hacia el monumento. Mientras sonaba el himno nacional, el Rey pasó revista a las tropas del Tercio del Ejército de Tierra, la Flotilla de la Armada y de Infantería de La Marina, desplegadas frente al monumento. Tras el saludo, Don Juan Carlos I se unió a la comitiva de representantes, liderada por la Reina doña Sofía, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, la vicepresidenta y presidenta de la Comisión Nacional del Bicentenario de la Constitución de 1812, Soraya Sáenz de Santamaría, los presidentes del Congreso, Jesús Posada, y del Senado, Pío García Escudero, así como los presidentes del Tribunal Supremo y Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar y del Constitucional, Pascual Salas; el presidente andaluz, José Antonio Griñán y la alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, que ejerció como anfitriona. Precisamente, fue la alcaldesa la que se llevó más halagos de los ciudadanos, que incluso vitorearon su nombre. «Teo, Teo», gritaban desde detrás de las vallas de seguridad, mientras el resto del cortejo pasaba prácticamente desapercibido. Solo un unánime «¡Fuera, fuera!» de los asistentes hizo saltar las alarmas entre los cuerpos de seguridad, aunque pronto quedó disipado al comprobar que se dirigían los fotógrafos y cámaras de los medios de comunicación, que se tuvieron que agachar para dejar a los ciudadanos ver desde la distancia la imagen del día, la de los políticos y autoridades más importantes del país.

Como testigos de excepción justo al lado del monumento, estuvieron los representantes de las diferentes asociaciones y entidades de la ciudad, que no tuvieron la posibilidad de entrar en el Oratorio. En primera fila, estuvieron tanto los concejales del Partido Popular en el Ayuntamiento como los del PSOE y los de IU. Todos los ediles presenciaron la ofrenda floral protagonizada por el Rey Don Juan Carlos I, que se acercó hasta el pebetero, donde depositó una corona de laurel en homenaje a los diputados que participaron en la elaboración del texto constitucional hace 200 años y que sentaron las bases de la democracia en España. Durante el acto, el Rey fue custodiado simbólicamente por el cuerpo distinguido de voluntarios de Cádiz y por la Guardia Salinera de San Fernando, en representación de las tropas españolas que lucharon contra el asedio francés.

Tras la ofrenda floral, los Reyes abandonaron la Plaza de España para compartir un cóctel en la Diputación Provincial con los principales representantes de la política y de la sociedad nacional y gaditana. Mientras tanto, el pueblo abandonó la zona sin haber sido testigo de uno de los momentos más esperados del 19 de marzo de 2012.