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Más allá de la crisis

En la Facultad de Medicina de Cádiz ha aumentado el número de recepciones de cuerpos

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Los apuros económicos de una familia pueden llegar a límites insospechables. Cuando la situación aprieta, las tradiciones y las viejas usanzas que han dirigido nuestras conductas desde antaño comienzan a perder agarre. España, país con un fuerte y arraigado acervo funerario basado en el entierro como forma de dar reposo a nuestros muertos, ha decidido que esas costumbres ya no hay que seguirlas a pies juntillas y ha empezado a amoldarse a nuevas actitudes por sincero altruismo o porque, simplemente, son opciones bastante más baratas.

No hablamos de la incineración, sino de la donación de los cuerpos a la ciencia. La entrega desinteresada de un cadáver para la investigación y la docencia ha pasado a convertirse en los últimos años en una práctica cada vez más común. Así lo afirman desde la Facultad de Medicina de Cádiz. El aumento de la recepción de cuerpos es algo obvio en el caso de la Universidad gaditana, aunque el incremento está siendo muy lento y paulatino, pero lo que más llama la atención del profesor José Fernández Vivero, director del departamento de Anatomía y Embriología Humanas de la Facultad de Medicina, es que está ocurriendo algo que nunca antes había visto: la llegada de familias que quieren entregar el cuerpo de un fallecido porque su situación les impide hacer frente a los gastos que conlleva el sepelio.

Según explica el profesor Fernández Vivero, el departamento se ve obligado a rechazar estos intentos de donaciones, ya que solo se aceptan cuerpos de personas que voluntariamente y con la presencia de un testigo se han inscrito previa y correctamente en el registro de donantes del decanato. «Nunca había pasado esto y en cuestión de unos pocos meses ya nos ha ocurrido varias veces, familiares o centros geriátricos que quieren entregarnos algún cadáver de una persona que no ha dado su consentimiento previo», añade el profesor.

Actualmente, los alumnos de Medicina cuentan con diez cadáveres para hacer las prácticas de Anatomía, varios más que en anteriores años, pero pocos en comparación con el material mortuorio con el que cuentan otras facultades españolas. Además, durante el pasado año se entregaron seis solicitudes de donantes y se recepcionaron tres cadáveres. En lo que llevamos del presente año, ya se han entregado tres solicitudes, mientras que el decanato atiende una media de una vez al mes a alguien interesado en este tipo de donación. Pero no solo los motivos económicos empujan a una persona a tomar una decisión de tal envergadura -antes llegaban a Medicina cuerpos en su mayoría de extranjeros para evitar los costes de la repatriación, aunque cada vez se registran más fallecidos de la provincia-; Fernández Vivero subraya el tinte filántropo de quien decide entregar su cuerpo a tal fin. Para los alumnos de Medicina, contar con piezas humanas con las que poder aprender a identificar las estructuras de la anatomía es clave en su preparación para afrontar una disección o una intervención real.

Unos ocho años a -4 grados

Los cuerpos suelen durar una media de ocho años conservados a menos cuatro grados, pero la durabilidad del cuerpo depende del estado en el que estaba cuando llegó y del uso que se le dé. «Si se congela puede durar hasta 20 años, pero evitamos esta técnica porque una vez descongelado no podemos congelarlo de nuevo».

Con todo, el profesor resalta el máximo respeto que mantienen a la voluntad del fallecido, que aunque no llegue en las condiciones más adecuadas siempre es aceptado por la facultad «para satisfacer el designio de esa persona». Por estos motivos (por la falta de donantes y porque no todos llegan en un estado óptimo), la puesta en funcionamiento del laboratorio de plastinación ha sido clave para el trabajo de Fernández Vivero y de su equipo. Junto a tres técnicos, y desde hace dos años, este profesor ha puesto en marcha una nueva tecnología que actualmente funciona en apenas una decena de facultades de todo el país y que permite alargar eternamente la vida útil de los cadáveres al inyectar silicona en sustitución del agua presente en el cuerpo humano. El resultado es una pieza de plástico compacta que permite el uso incesante de los alumnos.