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ANTIPERIODISMO

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Que un personaje popular -y muy querido- como Mayra Gómez Kemp contraiga una grave enfermedad y acuda a contarlo a un plató de televisión, es indudablemente noticia. Pero algo marcha mal cuando Mayra sale de ese plató gritando «¡No tenéis corazón ni humanidad, soy una mujer enferma!». También es indudablemente noticia que un reportero se acerque a Iñaki Urdangarin y este, por toda respuesta, salga corriendo a escape. Pero, una vez más, algo marcha mal cuando sobre esa única escena, y sin ninguna cosa más, se monta un largo programa 'especial' lleno de vaciedades -valga la figura- y humo. Lo primero, lo de Mayra, pasó la otra tarde -14 de febrero- en 'Sálvame'. Lo segundo, lo de Urdangarin, en un nuevo programa de Santi Acosta llamado 'Materia reservada'. En términos puramente profesionales, ambos sucesos entran en lo que podríamos llamar 'mala gestión de la noticia'. La causa del conflicto con Mayra fue que la presentadora se sintió maltratada: ella había pedido -por su estado de salud- no tener que esperar, pero en el programa se la trató como a una atracción más dentro de una larga lista. Evidentemente, aquí hay quien considera que el espectáculo prima sobre el respeto. Digamos en descargo de 'Sálvame' que Vázquez hizo el pino con las orejas para pedir perdón a Mayra, y hay que suponer que estaba siendo sincero. El otro asunto, el de la carrera de Urdangarin, es quizá más grave porque demuestra la incapacidad de ciertos comunicadores para entender la diferencia entre la información y el ruido: si uno tiene que hacer un programa de dos horas y media, y su arma principal es una secuencia de unos pocos segundos, debería tomarse la molestia de rellenar el resto del espacio con algún argumento que dé solidez al conjunto. De lo contrario, el espectador siente que le toman el pelo. La noche de autos, los tuiteros decían que aquel programa parecía 'El show de Benny Hill', porque allí solo aparecía Urdangarin corriendo todo el rato. Es que el público, oiga, es cualquier cosa menos tonto. Y el antiperiodismo suele irritarle bastante, y con razón.