Editorial

España, Marruecos y el PP

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La visita de Mariano Rajoy a Rabat ha conservado la costumbre de reservar para Marruecos el primer desplazamiento oficial de un jefe de gobierno al extranjero. Considerando que el Partido Popular, denostado hasta la calumnia tras la operación en el islote de Perejil en 2003, ha vuelto al poder, la visita es, y ya es mucho, la de la normalización. En Rabat saben que hay un amplio consenso nacional en España sobre política exterior como en Madrid saben que lo mismo ocurre en Marruecos, con el PP aquí y allí con un Gobierno islamista y el viaje ha sido una primera toma de contacto con un resultado tangible: celebrar este año una cumbre demorada demasiado tiempo. Con los materiales disponibles hay que manejar la relación bilateral en la que ambas partes tienen relevantes intereses que atender, empezando por los económicos, mucho mejor servidos con el pragmatismo que con la ideología. Son de tal calibre la importancia del intercambio comercial, la cooperación en seguridad y el flujo de ciudadanos de cada parte que, para recurrir al tópico, España y Marruecos están condenados a entenderse.