LA ESPERANZA COLECTIVA 20 2

Las defensas de las islas gaditanas

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Absolutamente necesario e imprescindible fueron, durante el sitio practicado por los franceses entre 1810 y 1812, las operaciones de defensa que mantuvieron vivo el entusiasmo por el cambio de Régimen que se preveía y que supusieron, tanto en la Isla primero como en Cádiz después, las propuestas parlamentarias salidas de unas Cortes libres y que concluyeron en una Constitución moderna y de corte liberal. Más, cuando sabemos que aquellos acontecimientos ocurrieron en unas condiciones nefastas de suministros, armamento y organización en que habían quedado la armada y el ejército a finales del XVIII y principios del XIX.

En cualquier caso el ejército español de entonces adolecía, salvo contadas excepciones, de graves deficiencias en lo referente al reclutamiento de la tropa, a la instrucción de la oficialidad, a la dotación del ganado para la caballería y el arrastre de piezas de artillería, a la uniformidad de las normas tácticas, a la aptitud de los mandos superiores, etc., deficiencias comunes quizá a la mayoría de los ejércitos de la época con la excepción de la 'Grande Armée'? recordemos que para vestir al 5º ejército, se organizó una colecta en Cádiz y la Isla, por lo que se uniformó prácticamente de limosna?. Pero estas condiciones fueron superadas con una inteligente y estudiada línea defensiva.

La principal fortificación que dispusieron las islas gaditanas -Cádiz y la Isla- nos la regaló la propia Naturaleza: unas marismas y caños que ninguna pieza de artillería de la época ni ninguna infantería que no conociera exhaustivamente el terreno podía cruzar sin riesgo de quedar enterradas en ese, entonces, maravilloso fango. Esta defensa natural fue reforzada con varias líneas de baterías estratégicamente situadas alrededor de dichas plazas y por los buques, españoles e ingleses, cañoneras y embarcaciones sutiles que dominaban la bahía.

Fortificaciones en Cádiz. A pesar de lo que muchos dijeron entonces, la plaza de Cádiz no estaba tan mal guarnecida y mal artillada, aunque es cierto que su organización defensiva estaba orientada principalmente al mar desde donde había recibido todos los ataques a lo largo de la historia. En este sentido podríamos decir que era Cádiz posiblemente la ciudad mejor fortificada y artillada de España. Una muralla la rodeaba por completo y un muro la separaba del istmo que la unía a la Isla de León.

Haciendo un somero recorrido por la isla gaditana en el sentido de las agujas del reloj, nos encontramos en la cara Sur con las baterías de San Rafael o del Matadero y la de San Miguel, la de Capuchinos y el baluarte de los Mártires. La cara Oeste de la ciudad estaba defendida por el baluarte del Orejón que da entrada al Castillo de San Sebastián y por el propio Castillo. La muralla y plataforma de San Pedro y San Pablo y al otro extremo de la Caleta el castillo de Santa Catalina. En la cara Norte el baluarte de Bonete, le sigue el baluarte de la Bomba o de la Soledad y el baluarte de la Candelaria. Mirando al Este, el baluarte de San Carlos, junto a las murallas del mismo nombre y ya, junto a la Puerta de Tierra, el baluarte de los Negros. El círculo lo cerraba la misma puerta de Tierra con el baluarte de Santa Elena al Este de la propia puerta y el de San Roque al Oeste. La entrada a la ciudad estaba, pues, guarnecida por dos semi-baluartes adosados; un revellín con su contraguardia, y otras dos cortinas grandes que cubrían los semi-baluartes; defensas completadas con anchos fosos y dos caminos cubiertos, de suerte que, para los medios de asedio de entonces, podían considerarse prácticamente inexpugnables. Plataformas que admitían un buen número de piezas y hornos y hornillos para el calentamiento de balas rojas, completaban la artillería defensiva de Cádiz. En el lado del océano del istmo, el castillo de Torregorda y en el lado de la bahía, las baterías de la Primera y Segunda Aguada y el castillo de San Lorenzo del Puntal -principal punto de defensa frente a los cañones enemigos situados al otro lado de la bahía- y, finalmente, atravesando el arrecife, se construyó la Cortadura y fuerte de San Fernando.

Eran innumerables el número de piezas de artillería dispuestas en la defensa de la plaza. En el informe que hizo el ingeniero director de Artillería don Antonio Hurtado, que empieza recordando que Gadix, como la llamaron los fenicios, significa muralla o refugio, lo concluye diciendo: «igualmente puede aumentarse el número de piezas en todo el recinto de la plaza, por lo cual está en el caso de poder montar cuanta artillería quiera para su defensa»

Fortificaciones en la Isla. Las defensas de la Isla de León, apoyadas en el foso natural que forma el Caño de Sancti Petri, estaban constituidas fundamentalmente por tres líneas de protección: La primera, se alinea a lo largo del caño, sumando un total de 22 baterías, baluartes o fortines, desde la Carraca en el extremo Norte al castillo de Sancti Petri en el Sur, teniendo su centro de gravedad en el puente Suazo y carenero adyacente: baterías de San Genís, Urrutia, Aspiroz y San Judas y sobre todo, el núcleo de baterías y baluartes formados alrededor del carenero: la Concepción, San Felipe, Santiago, Angulo, San Pablo y San Pedro y Nueva de Alburquerque. La segunda, conocida como la línea defensiva de los ingleses, está situada más al Norte, corre a lo largo de la playa de Camposoto, Cerro de los Mártires, Gallineras, el Zaporito, Puente Suazo, San Carlos hasta conectar con la Bahía por Punta Cantera. La tercera correría a lo largo de la orilla de la Bahía desde la Casería de Ossio y Punta Cantera hasta conectar con el castillo de Puntales.

El conjunto defensivo que formaba un denso anillo cerrado alrededor de las islas gaditanas junto con las fuerzas navales, españolas e inglesas y las cañoneras y embarcaciones sutiles que se multiplicaban por la Bahía, convirtieron al conjunto de islas gaditanas en plaza prácticamente imposible de expugnar. Invitamos a todos los ciudadanos interesados a visitar castillos y baterías, hoy puestos en valor para mostrar la situación en que se desenvolvían aquellos valientes hombres que defendieron nuestra independencia.

En próximos capítulos contaremos algo de los hombres que defendieron nuestra tierra y de cómo fue la vida cotidiana durante el asedio.