Editorial

Gobierno islamista en Rabat

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Con toda normalidad -y un cierto retraso que suscitó alguna inquietud- el rey Mohamed VI pudo anunciar ayer la formación del Gobierno de coalición presidido por un islamista que las elecciones legislativas de noviembre habían hecho prácticamente inevitable. En función del nuevo imperativo constitucional, el Rey estaba obligado a llamar a su formación al jefe del partido más votado. Lo fue el Partido de la Justicia y el Desarrollo, del islamista moderado Abdelilah Benkiran, quien, a falta de escaños suficientes, debió reunir a otros tres partidos, todos muy clásicos en el panorama nacional para constituirlo. Las grandes responsabilidades están bien repartidas y hay un equilibrio que los partidos y el Rey han negociado en total discreción hasta conseguir la aprobación de todas las partes. Como en cualquier democracia, este Gobierno será juzgado por sus actos, pero su constitución, hija de una elección transparente y en un marco institucional oxigenado y prometedor, solo merece hoy buena suerte, como la merece el país entero.