Rick Perry conversa con un grupo de trabajadores en el interior de una fábrica en Iowa. :: CHARLIE NEIBERGALL/AP
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La carrera del menos torpe

Los frecuentes errores de los candidatos republicanos a presidir la Casa Blanca marcan la precampaña electoral

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En las competiciones no siempre gana el más sobresaliente. Hay ocasiones en las que vence quien menos fallos comete. En la carrera republicana a la Casa Blanca, el candidato que finalmente plante cara a Barack Obama el próximo mes de noviembre no destacará por ser el más virtuoso, sino el menos errante. Y es que en los pocos meses que llevamos de primarias, ninguno de los nueve candidatos se ha librado de meter la pata.

Rick Perry está a la cola en todas las encuestas, pero ha hecho méritos suficientes para ocupar esa posición. Su error más clamoroso lo cometió en medio de un debate electoral, cuando solo supo enumerar dos de las tres agencias que pensaba desmantelar si alcanzaba la presidencia de EE UU. Todo se agravó cuando, para salir del embrollo, buscó ayuda entre el resto de candidatos, pero olvidó que en ese momento sus compañeros de partido eran sus rivales.

Por si esto fuera poco, uno de los discursos de Perry recibió más de un millón de visitas en Youtube. No por su capacidad de retórica, sino porque se encontraba en un más que notable estado de embriaguez. Poco a poco, la charla fue volviéndose más incoherente. «Vengo de un estado donde hay un pequeño lugar llamado El Álamo, donde dicen que este es un estado tan grandioso.Vamos, ¿'Vive libre o muere'? Ya saben, tienen que amar eso, ¿no?», afirmó ante una audiencia que se dividió entre la risa nerviosa de algunos y el incómodo silencio del resto.

Eso sin contar, las particulares creencias que tiene Rick Perry. En sus discursos, presume de ser un enviado de Dios, y considera que la Teoría de la Evolución es «una teoría que está fuera de lugar» e incluso se atreve a asegurar que «tiene algunas lagunas de información». Todas estas afirmaciones, junto a las críticas al sistema público de salud y a los inmigrantes -propone enviar el Ejército a la frontera mexicana-, han provocado que varias organizaciones de derechos humanos hayan boicoteado la celebración de alguno de sus actos de campaña.

Perry también ha cargado contra los homosexuales -les considera «pecadores»-, pero quien ha sido más dura con este colectivo ha sido Michele Bachmann. Incluso, la candidata del famoso Tea Party se ha atrevido a afirmar que los gays y las lesbianas son «el mismísimo Satán». En Internet ya se ha hecho famoso un vídeo en el que un niño de ocho años le espeta: «Mi mamá es lesbiana y no necesita que la curen».

Ridículo grabado

También ha quedado grabado el momento en el que Jane Schmidt, una adolescente de Waverly (Iowa), pedía a Bachmann que le explicara el motivo por el cual si todos los americanos tienen los mismos derechos, por qué los homosexuales no pueden ejercer los suyos para casarse con una persona del mismo sexo. La candidata del Tea Party no supo zafarse de este razonamiento y su única respuesta fue un repetitivo: «No pueden».

Pero no solo los más rezagados en las encuestas han cometido errores durante la precampaña. El favorito en casi todas, Newt Gingrich, presume de tener vastos conocimientos en historia y se ha atrevido a tildar a sus rivales en la carrera republicana de «aparentes cretinos». En una entrevista al canal judío por cable (The Jewish Channel), estimó que Palestina es «un pueblo inventado». Los líderes árabes consideraron que estas palabras eran «racistas» y dignas de un «ignorante». «Se trata de un intento barato y ridículo para conseguir el voto judío», afirmó el primer ministro de la Autoridad Nacional Palestina, Salam Fayad, quien destacó que esa afirmación no la apoyan «ni los más radicales en Israel».

A Mitt Romney, el segundo en la carrera electoral, le venció su soberbia. En un debate electoral en Des Moines (Iowa), este hombre de negocios -se dedicó a asesorar empresas para ganar más dinero con menos trabajadores- se apostó 10.000 dólares (unos 7.600 euros) cuando se quedó sin argumentos para defender su postura sobre la reforma sanitaria. Los ataques no se hicieron esperar sobre quien atesora una fortuna de 250 millones de dólares (190 millones de euros) y que se apostó, sin pestañear, lo que supone tres veces el sueldo del trabajador medio estadounidense.

«Me jugué una suma ultrajante en respuesta a una acusación ultrajante», se defendió Romney. Mientras, el partido demócrata no dejó escapar la oportunidad para machacar al único rival que, según los sondeos, puede ganar los comicios de noviembre a Barack Obama.