Tribuna

El rey José entra en Cádiz

PROFESOR DE LA UCA Actualizado: Guardar
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A principios de 1810 se produce la 'Gran Expedición a Andalucía' del rey José I, autorizado por su hermano Napoleón Bonaparte a viajar las tierras más meridionales de la Península Ibérica, con la utópica ilusión de llegar a un acuerdo con la Junta de Cádiz, y terminar así con una guerra, que se prolongaba sin que se alcanzara a ver su final, generando en ambos bandos contendientes un evidente desgaste y cansancio.

Este viaje por las tierras de Andalucía, y que pretendía llegar hasta las mismas puertas de Cádiz, sirvió para mostrar una de las caras más conciliadoras del nuevo rey francés y su moderna política social, cultural y económica. En numerosas ocasiones, y muy contrariamente a como se ha querido ver, lograría un notorio éxito, atrayendo a su causa a los elementos más representativos de la sociedad ilustrada ponderando siempre lo dañino que era socialmente un país desgarrado por una insurrección de partidas irregulares, que, en palabras del Comisario Regio en Sanlúcar de Barrameda, no eran sino «cuadrillas de bandidos emboscados por montañas y desfiladeros, que roban a cuantos tropiezan y matan, sea español o francés, al que se les resiste». Además se añadía clarividentemente: «¿Quién reducirá después a estos vagabundos a la vida quieta y laboriosa? ¿Quién los volverá a sus talleres o a la mancera del arado?».

Se proclamó una amplia amnistía para quienes cesaran en la rebelión y se sometiesen a la autoridad real. José Bonaparte visitó, en un largo periplo de cinco meses, Andújar, Carmona, Sevilla, El Puerto de Santa María -donde asistió por primera vez a una corrida de toros-, Ronda, Málaga y Córdoba. El propio Toreno escribe que «acogieron los andaluces a José mejor que los moradores de las demás partes del reino, y festejándole bastantemente, por cuyo buen recibimiento... expidió varios decretos a favor de la enseñanza y de la prosperidad de aquellos pueblos».

La importancia de este viaje en que José Bonaparte se sintió, según los testimonios de sus acompañantes, muy identificado tanto con los habitantes de aquella zona como con la belleza natural de los parajes y ciudades, ha llegado a la posteridad muy desvirtuado ya que hubo mucho interés después en borrar su memoria por motivos obvios. En una carta posterior a su esposa, que vivía en París, José se lamentaba así: «¿Por qué no viniste con las niñas cuando te lo pedí hace un año, desde Andalucía? Fue el único momento feliz de mi existencia desde que os dejé en Nápoles y me inspiró el deseo de compartirlo con vosotras. A partir de entonces, voy de disgusto en disgusto...»

Doscientos años después, bajo el título de 'Paz en la guerra' se ha querido rendir un justo homenaje a una figura -el hermano de Napoleón- y sus 'afrancesados', cuya memoria histórica aún permanece en el olvido. Su error, pensar que otra España era posible, y que podía haber convivido con el sueño gaditano de 1812. El esfuerzo de tres años de trabajo, y la complicidad de muchos investigadores e instituciones ha hecho posible que finalmente, el rey José Napoléon I entrara en Cádiz y, pacíficamente, también abrazara su Constitución. Son las paradojas del destino.