Economia

Trichet se despide del Banco Central Europeo sin abaratar el dinero

La decisión se tomó por consenso, pese a las sombrías perspectivas económicas y el clima de incertidumbre

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Genio y figura. El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, se despidió del que ha sido su cargo durante ocho años sin anunciar la muy reclamada rebaja del precio oficial del dinero en la zona euro, pero con generosos compromisos para aliviar la falta de liquidez que padece la banca. En su última rueda de prensa, celebrada en las dependencias del Bundesbank en Berlín, comunicó que los tipos de interés van a seguir en el mismo nivel del 1,5%, pese a la presión de organismos internacionales y de unos mercados que clamaban por un recorte. Aunque la división de opiniones se trasladó hasta el consejo de la institución, la decisión final fue dejar en manos del próximo jefe, el italiano Mario Draghi, si conviene abaratar el precio oficial del dinero para relanzar el crecimiento. Que la economía de la región necesita estímulos resulta evidente a la luz de las proyecciones del propio BCE.

Trichet, que lucía tranquilo y seguro de sí mismo en su última comparecencia ante la prensa, argumentó que la inflación sigue siendo elevada en la zona euro, y permanecerá por encima del objetivo de estabilidad del 2% en los próximos meses, si bien con tendencia a la baja. Por eso, los miembros del consejo de gobierno de la institución debatieron la posibilidad de bajar los tipos o mantenerlos. «Finalmente decidimos por consenso mantener los tipos de interés», dijo el presidente del BCE, reconociendo de este modo las diferencias. Los partidarios de bajar los tipos tenían puesta la vista en la desaceleración registrada en la zona euro y en las sombrías perspectivas económicas que el propio Trichet se encargó de comentar.

El crecimiento real del PIB en la zona euro, tras limitarse a un avance del 0,2% en el segundo trimestre, será muy moderado en la segunda mitad del año a causa del frenazo de la demanda global, por la caída del consumo y de la confianza empresarial, y como secuela de la crisis de la deuda soberana, expuso. «Las tensiones actuales de los mercados financieros y los efectos desfavorables sobre las condiciones de financiación podrían frenar el ritmo de crecimiento económico en la zona euro en el segundo semestre», insistió el presidente del BCE, para quien el clima de incertidumbre es «especialmente alto».

Abrir el crédito

Jean-Claude Trichet, que cederá su cargo a Mario Draghi el 31 de octubre, endulzó su despedida con anuncios que pueden alegrar la vida a la banca europea, muy necesitada de este tipo de apoyos para desarrollar su actividad cuando los mercados mayoristas del dinero han vuelto a cerrarse. Trichet comunicó que el BCE destinará un total de 40.000 millones de euros a la compra de bonos garantizados, activos que corresponden a cédulas hipotecarias y gozan de una doble garantía, la del emisor y la del inmueble. La medida, que se llevara a cabo mediante compras directas, se pondrá en marcha en noviembre próximo y debe concluir el 31 de octubre de 2012.

«Hemos constatado que los mercados no funcionan correctamente», admitió Trichet, e informó de que la decisión de reactivar la compra de bonos garantizados de los bancos se había adoptado de forma unánime. El consejo de gobierno del banco también acordó reanudar las subastas de liquidez ilimitada a 12 y hasta 13 meses con operaciones que se llevarán a cabo en octubre y diciembre. Mantendrá además «durante todo el tiempo posible» sus actuales préstamos semanales de volumen ilimitado y a tipo fijo. Entre enero y finales de julio de 2012 se llevarán a cabo también seis operaciones de préstamos a tres meses, en las mismas condiciones que los créditos a una semana.

La autoridad monetaria pretende con estas actuaciones que los bancos no vean limitada su liquidez y se pueda restablecer la normalidad en la concesión de créditos a empresas y familias. Pero Trichet recordó que la situación del sector bancario requiere una atención especial porque en Europa se debate la necesidad de recapitalizar los bancos a causa de su exposición a la deuda de los países más vulnerables.