William Bratton, en la etapa en que dirigió la Policía de Los Ángeles. :: AP
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Un policía en busca de Camelot

El primer ministro analizará en septiembre la explosión de violencia con el que fue jefe de Policía de Nueva York William 'Bill' Bratton Próximo asesor de seguridad de David Cameron

LONDRES. Actualizado: Guardar
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A William Joseph 'Bill' Bratton le gusta referirse a los 27 meses que pasó al frente de la Policía de Nueva York como «los años de Camelot». Dicen sus admiradores, que en Estados Unidos son legión entre la clase política y los cuerpos policiales, que después de pasar por Los Ángeles y de dirigir en la actualidad una empresa de seguridad, podía aspirar a gobernar un Estado de la Unión o a ser consejero de Seguridad Nacional. También admiten que lo que realmente le apasionaría sería volver a Nueva York.

Aunque, bien mirado, Bratton es comandante de la Orden del Imperio Británico desde 2009 por la gracia de Isabel II. Y el 10 de Downing Street queda bastante más cerca de Camelot. Allí volará el veterano policía el mes próximo para exponer al primer ministro británico, David Cameron, las recetas que le han servido para cosechar éxito tras éxito en los principales departamentos de Policía de EE UU que ha encabezado.

Fue el jefe de los agentes de su Boston natal entre 1986 y 1990, una especie de entrenamiento para este policía de carrera de 63 años antes de alcanzar un destino tan ambicioso como el departamento de Policía de Nueva York. Entonces, en 1994, prometió algo que parecía imposible: reducir el crimen. Y los asesinatos bajaron en un 39%, hasta proporcionar a los neoyorquinos el entorno más seguro que habían conocido en 25 años. Bratton se hizo muy famoso, le llovieron comparaciones con Eliot Ness y, casi de inmediato, llegó el principio del fin: la revista 'Time' le concedió su portada del 15 de enero de 1996.

«Relaciones públicas»

Demasiado para Rudolph Giuliani, el alcalde que lo llevó a la ciudad y que, en poco más de dos años, se lo sacudió de encima aprovechando la supuesta incompatibilidad que suponía para el jefe de Policía al encontrarse escribiendo un libro con 300.000 euros de remuneración. Para Giuliani, Bratton era poco más que «un buen relaciones públicas». «Tres cuartas partes de sus ideas se las di yo», dijo el que después sería uno de los 'héroes' del 11-S.

Su siguiente destino, Los Ángeles, fue más largo. La ciudad, convertida en 2002 en la capital nacional del delito y bajo supervisión federal por sonadas violaciones de los derechos civiles, recibió al bostoniano con los brazos abiertos, porque venía además apoyado por Bill Clinton. Y el alcalde Antonio Villaraigosa tiene de él un recuerdo inmejorable. «Es el número uno de Estados Unidos», resume.

Durante un tiempo se pensó que Bratton se uniría a la Administración Obama. Pero al parecer el todavía aspirante a presidente colmó el ego del 'superpolicía' cuando cruzó todo un salón en una fiesta en Los Ángeles solo para saludarle. A este hombre con fuerte acento de Boston, adicto a las corbatas de Hermès y a los viajes en el ejercicio del cargo, se le espera en Reino Unido para aplicar su fórmula de éxito contra el crimen. En Nueva York mandó a 38.000 agentes y a 9.000 en Los Ángeles. Cameron, de entrada, solo le ofrece unas fuerzas menguantes.