Alfredo Pérez Rubalcaba intercambia impresiones con militantes del PSOE en un acto celebrado en Oviedo. :: INMA MESA
ESPAÑA

RUBALCABA DA UN SALTO SIN RED

La estructura territorial del PSOE, clave para lanzar la alternativa del candidato, se resiente de la debacle del 22-MLa dirección del partido se afana en apagar las crisis internas que ya acechan a varias federaciones para llegar a las generales

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Aquí no se mueve nada». Es la orden que salió de la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid el lunes siguiente al 'tsunami' electoral del 22 de mayo. Que a nadie, en ninguna federación, se le ocurra ahora celebrar un congreso extraordinario para renovar liderazgos porque es lo que faltaba para terminar de empeorar las cosas, a nueve meses de las elecciones generales. Fácil de decir; pero no tanto de hacer.

Los nefastos resultados cosechados por los socialistas en los comicios autonómicos y locales han hecho aflorar tensiones internas que dejan en precario a no pocos secretarios regionales. Lo que antaño fue una maquinaria electoral bien engrasada hoy chirría en lugares clave. Esas son las piezas con las que Alfredo Pérez Rubalcaba tendrá que construir su proyecto.

El candidato en el que los notables socialistas ven al salvador, al único hombre capaz de llevar su barco zozobrante a buen puerto, no solo se enfrenta a la hercúlea tarea de volver a conectar con un electorado desencantado, desesperanzado e incluso, como reconoce a menudo el secretario de Organización del partido, Marcelino Iglesias, «cabreado». Además, tiene que hacerlo con un partido que se ha quedado en el chasis.

El PSOE siempre ha sido una formación municipalista, pero de golpe y porrazo ha perdido más de 2.200 concejales y, sobre todo, se ha hundido en las ciudades de más de 50.000 militantes y apenas controla diputaciones provinciales. Las repercusiones en la estructura organizativa son visibles. «La red del partido -admite un miembro de la dirección federal- ha quedado muy erosionada». Y el problema, aduce, es que no hay margen temporal para ponerse a barrer la casa porque ahora todas las energías deben focalizarse en obtener un resultado aceptable en 2012.

Otro gallo cantaría si el batacazo no hubiera sido generalizado. Que no se celebren congresos regionales hasta que no haya tenido lugar el federal es, en realidad, lo preceptivo, pero en 2007 pocos se opusieron en Ferraz a pedir la cabeza del secretario general de los socialistas madrileños, Rafael Simancas, con unos resultados mejores de los que ha cosechado su sucesor, Tomás Gómez. Y tampoco hubo dudas sobre la necesidad de sustituir a Joan Ignasi Plà en el PSPV aunque fuera para poner el partido en manos de una gestora. «Pero si empiezas ahora a cortar cabezas, ¿dónde pones el límite?», admite desolado otro dirigente con responsabilidades orgánicas.

«No vamos a favorecer ni a impulsar ninguna crisis interna hasta después de las generales; sería suicida y, en muchos casos, injusto porque, no nos engañemos, la causa de este desastre tiene nombre y se llama cinco millones de parados», argumentan. Justa o no, la decisión tiene un precio y es que en algunos casos puede alimentar auténticos polvorines.

Bastiones en peligro

La situación más alarmante, tanto que ocupó buena parte de la reunión que la comisión ejecutiva socialista celebró este lunes, es la de Andalucía. Que la federación que hoy dirige José Antonio Griñán es una olla en permanente ebullición era de sobra conocido. Hace tiempo que arrastra una crisis irresuelta y, de hecho, el presidente de la Junta apenas ha tenido un día de respiro desde que decidió forzar un congreso regional para sustituir a Manuel Chaves al frente del partido.

El aviso más contundente llegó ya antes de las elecciones, el pasado abril, con la dimisión del consejero de Gobernación y Justicia, Luis Pizarro, hombre de Chaves y pieza vital para el difícil equilibrio interno de la organización. Pero tras el ejercicio de contención realizado con la esperanza de salvar los muebles en las municipales -esperanza baldía- los descontentos con Griñán han vuelto por sus fueros. La primera bomba estalló en Almería la semana pasada, con la dimisión en bloque de más de la mitad de la ejecutiva provincial y la renuncia, en consecuencia, de su secretario general, Diego Asensio; pero el riesgo de réplicas en otras provincias es real.

Ya antes del 22 de mayo se hablaba de pedir primarias. Desde la ejecutiva federal se asegura que nada de eso ocurrirá. Se ha decido «tomar cartas en el asunto», apuntan, para exigir un «esfuerzo de unidad» en torno a Griñán. La andaluza es la federación más numerosa del PSOE y la que hasta ahora había proporcionado al partido el mejor de los colchones electorales. Pero del medio millón de votos que el PP ganó en las locales, 300.000 venían de Andalucía.

El otro bastión socialista, el PSC, tampoco puede dar al candidato Rubalcaba grandes alegrías. Su eterno motor, el enorme poder municipal que le permitía plantar cara a CiU, se ha gripado. Los catalanes, sin embargo, son la única excepción a la regla marcada por el Comité Federal y en octubre celebrarán un congreso. Lo tenían pendiente desde el descalabro de su líder, José Montilla, en las autonómicas del otoño pasado. Pero si en el 'partido hermano' impera la voluntad de marcar distancias con el PSOE puede abrirse un cisma peligroso.

En el resto de los territorios las crisis parecen más controladas. La oposición a Tomás Gómez en la siempre convulsa federación madrileña encontró un buen freno en su antecesor, Simancas, ahora aliado de Ferraz. No es ningún secreto que son muchos en la dirección del partido quienes le tienen ganas al líder del PSM, pero esperan su momento. También Jorge Alarte y Roberto Jiménez, que llegaron a sus cargos con el respaldo del vicesecretario general del PSOE, José Blanco, han puesto pie en pared frente a los críticos valencianos y navarros.

Incluso en Extremadura, el único territorio que podría conservar el partido gubernamental siempre y cuando Izquierda Unida se avenga al pacto -cosa que no parece-, cuecen habas. El folletín de los últimos días ha debilitado al que parecía el único 'barón' en pie, Guillermo Fernández Vara, y sus rivales políticos ya han lanzado el rumor de que si no consigue retener el Ejecutivo sufrirá presiones para abandonar y dejar las riendas del partido en manos de su número dos, Dolores Pallero. En su entorno aseguran, sin embargo, que eso son solo infundios sin base alguna.

De lo que no hay duda es de que desde la sede central del partido se ha llegado a pedir incluso a aquellos líderes regionales que ya habían anunciado su intención de marcharse, como el balear Francesc Antich, que aguanten un poco más. «Se ha hablado con todas las federaciones en las que hay más conflictividad -confirman fuentes próximas al secretario de Organización- para que no haya problemas». Quieren que todo el mundo se grabe a fuego el calendario que ahora debe primar: Debate sobre el estado de la Nación -28 y 29 de junio-; proclamación de Rubalcaba como candidato -9 de julio-; Conferencia Política, en septiembre; si se puede, Presupuestos Generales, en noviembre; y elecciones generales.