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La revolución egipcia acaba de comenzar

Cien días después de la caída de Mubarak aún falta mucho para lograr la libertad plena al no haberse desmantelado el aparato del 'rais'

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Hoy se cumplen cien días desde aquel viernes de febrero en el que los egipcios celebraron con lágrimas en los ojos su nueva libertad recuperada. Sin Hosni Mubarak y con un país por reconstruir, los ánimos corrían altos y el optimismo desenfrenado. Más de tres meses después, sin embargo, muchos revolucionarios se han dado cuenta de que derrocar al 'rais' fue quizás lo más sencillo. Con la ley de emergencia aún vigente, nuevas represiones de manifestaciones a manos del Ejército o los procesos a las figuras del antiguo régimen aún abiertos, lo más difícil está aún por hacer. Esta semana, líderes de opinión, columnistas y redes sociales se preguntaban cómo es posible que miembros destacados del Partido Nacional Democrático (PND), entre ellos Suzanne Mubarak, fueran puestos en libertad bajo fianza mientras que más de 160 jóvenes eran detenidos en una protesta callejera. La esposa del expresidente fue arrestada el día 13, pero no ha llegado a pisar la cárcel al sufrir una crisis cardiaca.

Pocos días después, el departamento de Enriquecimiento Ilícito del Ministerio de Justicia -y no un tribunal- ordenaba su liberación tras aceptar que su mansión en el barrio cairota de Heliópolis era de propiedad pública y que 2,3 millones de euros en cuentas a su nombre eran en realidad dinero de obras de caridad. La ex primera dama 'devolvía' todo (una pequeña parte de la fortuna que se le atribuye a la familia) y quedaba en libertad bajo fianza, prácticamente el mismo día que decenas de personas, muchas de las cuales habían participado en las protestas desde el principio, eran trasladadas a centros militares de detención. Es el caso de Tarek Shalaby, uno de los jóvenes que más activamente han retransmitido la revolución a través de las redes sociales, y que en el momento en el que fue detenido frente a la Embajada de Israel en El Cairo difundía un vídeo en directo de la represión de la Policía militar.

Arrepentimiento negado

Esta misma semana, un diario insinuaba que el expresidente preparaba una carta de arrepentimiento y estaba dispuesto a devolver sus propiedades y activos, por lo que podría ser perdonado por la Justicia. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas egipcias lo ha negado y asegura que «no interviene de ninguna manera en las gestiones legales relacionadas con el juicio a los símbolos del antiguo régimen».

Igual que Shalaby, que fue declarado finalmente no culpable cuatro días después de su detención, muchos civiles están pasando estos días por tribunales militares, lo que ha desatado una oleada de protestas entre la población e incluso llamamientos para una nueva manifestación el próximo viernes bajo el eslogan 'No siento que nada haya cambiado, vuelvo a Tahrir'.

Los activistas de derechos humanos denuncian que al solaparse la vida civil y militar, y el hecho de que ciudadanos comunes sean encarcelados en prisiones castrenses, «hace prácticamente imposible para las familias visitarlos, y les priva del derecho de tener un abogado o poder apelar», asegura Rasha Azab, un activista del grupo No a los Juicios Militares, citado por el diario 'Al- Ahram'. Muchos de los detenidos por las Fuerzas Armadas denuncian que el Ejército utiliza las mismas técnicas que la Policía de Mubarak, con torturas, 'shocks' eléctricos y palizas. «El régimen está aún vivito y coleando, y permanecerá así hasta que la revolución se complete», escribe Shalaby.

Con el aparato de seguridad del Estado, prácticamente desmantelado durante los dieciocho días de la revolución y todavía en reconstrucción, los militares han asumido el papel de la Policía, una tarea que despierta la desconfianza de la población y, según advierten los observadores, también incomoda a las Fuerzas Armadas.

El Ejército se encuentra ahora con un papel molesto, el de gestionar sin llegar a gobernar, y observa con preocupación cómo su imagen se deteriora ante los ciudadanos desde que entre sus cometidos se encuentran controlar las calles o reprimir manifestaciones. «El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas -que ya ha anunciado que los comicios legislativos deberán celebrarse antes del 30 de septiembre- nunca planeó tomar el mando del país y no están preparados para la que se le ha venido encima, ya que tienen algunas ideas muy simplistas de lo que es gobernar», asegura Mustafa Kamel el-Sayed, profesor de políticas en la Universidad Americana de El Cairo.