Una casa pintada con los colores de la bandera de EE UU en Moneygall (Irlanda). Debajo, Henry Healy, primo lejano de Obama. :: C. MCNAUGHTON / REUTERS
MUNDO

Obama viaja a Europa con su mayor crédito internacional

El presidente, con muy baja nota en política exterior antes de la muerte de Bin Laden, visitará desde mañana Reino Unido, Irlanda, Francia y Polonia

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Con la única y previsible excepción de Israel, Barack Obama ha cosechado esta semana un nítido reconocimiento internacional a cuenta de su atrevido plan para impulsar el alicaído proceso de paz en Oriente Próximo. Los más pesimistas auguran que su apuesta por el regreso a las fronteras de 1967 como elemento negociador constituye un nuevo callejón sin salida dada la negativa frontal de Netanyahu a mover ninguna ficha que altere el 'status quo' en la región.

Esta perspectiva no empequeñece, sin embargo, la apuesta de la Administración demócrata, sumergida durante demasiado tiempo en los asuntos domésticos. Tras la economía, Obama venía obteniendo notas muy bajas en política exterior, una tendencia que se ha invertido tras el éxito de la operación que terminó con la vida de Bin Laden. Poca relación debería guardar entre un hecho aislado como la espectacular misión llevada a cabo en suelo paquistaní con las capacidades de del Gobierno estadounidense para desplegar su influencia en la complicada escena internacional, pero así de simplificadoras son las encuestas, tan influyentes.

Sobre ese aura de renovada admiración, Obama inicia mañana una gira de una semana por Europa destinada a reforzar su ascendente a ambos lados del Atlántico. En medio de los platos fuertes de la visita -encuentro con la reina Isabel II en el palacio de Buckingham y comparecencia en la cumbre del G-8 en Francia- el inquilino de la Casa Blanca viajará por primera vez a Irlanda y Polonia, culturas originarias de millones de votantes estadounidenses. En el país isleño, Obama tratará de encontrar nuevas claves sobre sus propias raíces porque allí nació uno de sus tatarabuelos en 1830. A los polacos llevará un mensaje conciliatorio después de que Varsovia se haya quejado durante años de ocupar un discreto segundo plano en las prioridades de la gran potencia.

Orígenes en Moneygall

Nada más pisar suelo irlandés, será conducido a Moneygall, el pueblo de 296 habitantes de donde proceden sus ancestros. Obama tendrá la ocasión de degustar la típica cerveza negra de la tierra en un pub que le ha levantado una estatua en la misma entrada del establecimiento. En su particular homenaje a esta isla de 4,5 millones de habitantes, el presidente hará referencia a los 36,5 millones de estadounidenses que dicen tener antepasados irlandeses.

Para un hombre de orígenes multiétnicos como Obama, que la sangre irlandesa corra por sus venas es a buen seguro un asunto que enorgullece a toda una comunidad. «Sus antepasados son de los irlandeses más puros que he visto en mi vida», comentó en tono distendido al 'US Today' Stella O'Leary, presidenta de la asociación Irish American Democrats y la persona que ideó los populares pins 'O'Bama' durante la campaña las presidenciales en 2008.

Con su visita a Irlanda, el mandatario norteamericano continúa con una tradición iniciada por John F. Kennedy que fue luego imitada por todos los que vinieron detrás de él. Recuerdo especial merece Bill Clinton, quien ayudó de manera decisiva en el proceso de paz en Irlanda del Norte. Para desmontar el dicho extendido de que la mayoría de los votantes de ascendencia irlandesa suelen votar demócrata, el congresista republicano por Nueva York Pete King aseguraba estos días que los irlandeses americanos «no se encuadran en una simple categoría». Como los casi 10 millones de polacoamericanos, cuando llegan las elecciones «suelen ser 'swing voters'», término para definir a los votantes que no son fieles a un partido.

Pese a todo el despliegue previsto en su octava visita al Viejo Continente, analistas estadounidenses estiman que el presidente regresará a Washington sin logros espectaculares en su cartera. Los problemas que debatirá, desde la crisis a la situación del mundo árabe, no tienen fácil solución. Con todo, sí hay consenso en que se trata de su periplo más importante del año. De ahí podrían salir acuerdos en materia económica y seguridad, los dos capítulos en los que está cimentando la recuperación de su imagen ante el electorado.