Editorial

Crisis reactivada

La situación económica es delicada y requiere que el Gobierno intensifique su labor reformista cuanto antes

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Las malas noticias vuelven al panorama económico europeo y no solo por la subida de tipos del Banco Central Europeo o por la escalada en el precio del petróleo. El rescate de Grecia está siendo muy cuestionado por los mercados financieros y muchos ya dan por segura una reestructuración de su deuda, una circunstancia que hace más complicada y más cara la puesta en marcha de una operación similar con Portugal, cuyos datos empeoran a pesar del anuncio del rescate. La situación del tercer país intervenido, Irlanda, no es mucho mejor, con sus bancos por los suelos. En el fondo del problema está la pregunta de si las asistencias financieras condicionadas a un duro programa de reformas que afectan negativamente al crecimiento del país en problemas son la solución. En el otro extremo del continente, el auge del partido nacionalista finlandés, contrario a que la Unión ayude a los miembros del euro en dificultades es otro nubarrón en el horizonte. Aunque el nuevo Ejecutivo finés se forme al final sin su participación, el discurso ultranacionalista de esta formación pone de relieve que los mecanismos de rescate europeo, basados en la unanimidad de los 17 Gobiernos de la moneda única, no tienen un diseño suficientemente estable. Este panorama sembrado de dudas afecta también a España. Desde hace unos días a nuestro país le está costando colocar sus nuevas emisiones de deuda. El Ejecutivo de Zapatero no puede relajarse ni dedicarse a las luchas internas de la sucesión, sino que debe seguir la senda de reformas iniciadas, completar la del sector financiero, aún pendiente, abordar la del mercado laboral con mayor profundidad y centrarse en el recorte del gasto publico para llegar al ambicioso objetivo anunciado de déficit público de 6% a final de 2011. Esta semana el Gobierno parece haber bajado la guardia: ha improvisado una medida para limitar la capacidad de las grandes empresas de reducir su plantilla, a pesar de las exigencias que entraña competir en el mercado global y ha asombrado al mundo con su desastrosa gestión de la entrada de capital chino en las cajas, mientras culpaba a la oposición de deslealtad. La situación es delicada y requiere que el Ejecutivo reactive su labor reformista cuanto antes.