Tribuna

Cameron de las Islas

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No han leído mal. No me refiero a Camarón de la Isla. Tampoco a Cameron Díaz, a la que podría describir de memoria. Es David Cameron, posiblemente hoy beba agua de Lanjarón y coma tortillas del Sacromonte, todo ello amenizado con el quiebro de alguna gitana bailándole por bulerías a los pies del Generalife. Pretenderá a la luz de la luna y las estrellas del cielo granadino, que Samantha le repita el quiebro, pero él es un hombre inteligente y si quiere saborear otro, deberá volver a la ciudad de los maravillosos atardeceres, para que otra gitana lo borde, no sé si por bulerías o por soleares. Se formó en Eton, por lo que presumo puede pagarse una primera clase en el avión y un cinco estrellas. Sin embargo, como buen inglés que se precie, las formas las guarda como nadie. Tomó un vuelo de bajo coste y con un cielo tan estrellado como el granadino, le sobraban estrellas en el hotel. Le bastaron sólo tres con Sierra Nevada al fondo, para saborear el ocaso y el orto del sol.

Estas son sus anécdotas del viaje a España. Sus credenciales como político, un programa de reformas económicas antitéticas al populismo. Y como no podía ser de otra forma, esa consideración y no otra, es la que pretende achacar el PSOE al PP, plasmado en el documento 'La España de Rajoy y Cameron'. Rajoy afirmó en su día que «el plan de Cameron le inspira confianza, yo haría algo similar». Así es que el enigma está resuelto. La llamada agenda oculta del PP para hacer frente a la crisis, podrá ser conocida, según Calderas y Valenciano, sobre la base de extrapolar una por una, las iniciativas de reformas y ajustes, conformadas en el programa político que catapultó a Cameron al gobierno del Reino Unido. De forma sintética, recorte del gasto público de 60.000 millones y la reducción del tamaño de la Administración pública. A pesar de todo sigue existiendo una diferencia insalvable entre los dos mandatarios conservadores español y británico. Éste, se ha caracterizado por un posicionamiento claro y diáfano frente a la crisis. Aquel, que ejerce a la perfección de gallego, que no se sabe si va o viene, debiera concretar y definir de una vez por todas su programa de economía política, como elemento de gestión capaz de afrontar con solvencia la crisis. Yo le recomendaría al Sr Rajoy, un paseo fluvial por Londres, una siesta en Hyde Park e ingerir en la noche varias pintas de Guinness para irse contento a la cama.mañana será otro día. Sin dejar de ser quien es, a lo mejor hasta adquiere determinación y firmeza, comenzando por mandar a hacer puñetas a Camps y a su banda. A continuación, un programa económico pormenorizado.real, creíble, nada populista y cuya meta inmediata sea sentar las bases para el establecimiento de empresas, la generación de riqueza y como consecuencia de ello la cración de empleo. Ese orden secuencial es de obligado cumplimiento, en caso contrario lo planteado se alejaría de la realidad, deviniendo en algo poco creíble.

La apuesta del PSOE para denostar al PP, sobre la base del modelo económico de Cameron, no sólo es absurda, sino que es fácil darle la vuelta, buscando las concomitancias y similitudes de España y Portugal y sus inefables presidentes ZP y Sócrates, sus actitudes ante la crisis y sus ineptitudes para afrontarla. Portugal no es España. Es lo que repite hasta la saciedad la Ministra de Economía. Eso está claro. España es España y no es Portugal. Lo malo es que hoy por hoy se parecen mucho. ¿Cuál ha sido la política económica de Sócrates? Vivir por encima de sus posibilidades y crear un espejismo. El ejecutivo de Sócrates, gran amigo y admirador de ZP, ha llevado a Portugal a una situación sin salida, prometiéndoles que tenían derecho a vivir por encima de sus posibilidades. Es un país que gasta más de lo que ingresa. Sin crecimiento económico aparente en la última década. Con una deuda del 88% del PIB. Ésta está siendo financiada al 8%, mientras que el coste real del dinero prestado por el BCE es del 1,25%. Puestas las cosas así, parece que España y Portugal son realmente diferentes. Pero no lo son tanto como dice la Ministra. Nuestro endeudamiento está situado en el 60%. Lo que ocurre, es que ZP lo ha duplicado en tres años. Sin embargo el desempleo portugués es del 11%, mientras el español supera con creces el 20%. España, ha sufrido una crisis inmobiliaria sin precedentes, cuyos efectos no mucho menos están agotados. Nuestro sistema financiero ha pasado de ser «el más solvente del mundo» a uno muy vulnerable. Esa «solvencia» se desprendía de los balances, que por supuesto no informaban adecuadamente la valoración de una parte importante de sus activos, una vez estalló la crisis.También, la composición financiera de las masas patrimoniales que conforman la estructura del balance del sector financiero, con un alto grado de financiación foránea, advertía ya en 2007, de los problemas que se avecinaban. Sí la solvencia es un concepto deducible del balance y este no se conforma de acuerdo al principio de prudencia, la situación del sector por definición no se adecúa a la realidad de los hechos económicos. En lugar de haber atajado el problema en 2007, al comienzo del problema, lo estamos haciendo aún.

Uno de los conceptos más utilizados para definir los problemas estructurales de la economía española es el de su falta de competitividad. De acuerdo con el Índice de Competitividad Global, que refleja la opinión de inversores y empresarios, Portugal ocupa el puesto 46 y España el 42. En el fondo y en la práctica a un paso uno del otro. Yo, por si acaso recomendaría acometer con decisión las reformas emprendidas y que se encuentran a medias. Con la misma determinación y realismo con las que la ha planteado Cameron, no vaya a ser que terminemos pareciéndonos a Portugal, dado el amor mutuo profesado por Sócrates y ZP.