Los moteros, ayer en la avenida Álvaro Domecq, hacen el '110' con los dedos, aunque en el gesto original la orientación de los índices era otra. :: JUAN CARLOS CORCHADO
Ciudadanos

«Con los 110, casi mejor venir en un Panda»

La mayoría de los moteros reconoce que no hace caso de la medida de limitación de velocidad

JEREZ. Actualizado: Guardar
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El frenazo de los 110 les ha tocado la moral. «Te compras una máquina de 180 caballos, que pesa 200 kilos y se pone a 320, y te obligan a ir admirando el paisaje por narices. Para eso, casi que conviene mejor venir en Panda». En el caso de Juan Carlos Rojas (Cantabria), no es una exageración. Se ha hecho los 757,7 kilómetros que hay entre Reinosa y Jerez en seis horas y media, en un Seat Panda sin asientos traseros y con remolque. ¿Por qué? Porque «los 1.500 que te pegas en total entre la ida y la vuelta, si te los comes en tres días, te destrozan la espalda; porque tengo una hernia en el cuello de una leche que me di en una curva; y porque con el recorte de la velocidad del Gobierno, uno se muere de pena por esas carreteras, viendo cómo los coches oficiales se saltan la prohibición sin problemas y en tu mismísima cara». Así que Juan Carlos cargó la moto en Reinosa y la bajó en Jerez, para pasearla un rato por la zona y pasearse él de paso. Más que la velocidad límite, lo que le preocupa a Juan Carlos es «que con buen tiempo y con mal tiempo, tanto en Jerez como en El Puerto hay menos ambiente». Sin querer meterse en ningún berenjenal, «además de por la crisis alguien debería preguntarse por qué».

José Miguel Campos dice que sí, que sabe que en Andalucía hay 125 radares fijos y 48 móviles, pero que ha venido desde Algeciras «a la misma velocidad de siempre». «Me he pasado el trayecto detrás de un coche de la Policía que iba a una media de 140. Ponerle a un motero ese límite es ridículo, incluso para los que nunca hemos sido de correr y tenemos cuidadito en el camino».

'Verano Azul'

Ayer, en la avenida Álvaro Domecq, a la altura de Kapote, el tema de los 110 kilómetros por hora era el cuarto preferido en el ránking de conversaciones moteras, por detrás de la competición propiamente dicha, las anécdotas del viaje y las dos azafatas morenas que hacían guardia en la puerta, invitando a chupitos.

Los hay que se lo toman con filosofía («estamos contribuyendo al Medio Ambiente porque somos los moteros verdes del siglo XXI», dice Manuel Careo); con indignación contenida («ahora nos picamos con los ciclistas», según José Antonio María); con coña («parecemos los chavales de 'Verano Azul'», Julio Caravante); o con ironía: «Gracias a ZP, que se preocupa por la velocidad en la carretera, aunque no lo haga tanto por la velocidad de la economía», según Ignacio Vela.

Raúl Puello salió el día 15 de Ámsterdam, con total tranquilidad, dispuesto a disfrutar del recorrido hasta Jerez por etapas. Ha «contemplado» las bellas estampas europeas, aunque no le hubiera importado «ver un poco menos de arcén y pisar esto un poco más». Es, con diferencia, de los más templados a la hora de opinar: «El asunto es, cuanto menos, exagerado». Su compañero Daniel Moise, de Madrid, opta por el modo sarcástico: «Se lo agradecemos mucho al Gobierno, porque nos ha dado la oportunidad de conocer mejor la rica geografía española, los accidentes orográficos, el color del cielo...».

Los beligerantes

En el bando de los beligerantes, la 'tribu' de San Roque: Francisco Javier Sánchez, Antonio Jiménez, Julio Ariza y compañía. «Esto es un pecado contra la naturaleza. Si el Gobierno quiere que no pasemos de 110, que haga una Ley en condiciones y prohíba fabricar y vender motos y coches que pasen de esa velocidad», opina Julio. «De todas formas, con controles y sin controles, la verdad es que todo o casi todo el mundo ha venido como siempre, porque es muy complicado contenerse cuando enfilas la autovía». En general, explica otro motero, esta vez de los veteranos y fuera de la grabadora, «hace ya tiempo que en los foros de Internet se viene hablando mucho del asunto, y estoy seguro de que el 90% de los que vienen al Gran Premio tenían más que claro que no iban a hacer ni puñetero caso de los 110 desde el mismo momento en que se anunció la medida».

Pedro Ruiz coincide: «Si le preguntas a los moteros cuánto han tardado en llegar a Jerez este año y cuánto tardaron el año pasado, te dirán que lo mismo. Quizá alguno te lo niegue, y puede que sea verdad. Si te lo niegan dos, ya hay alguno que está mintiendo».

Todos ellos esperan que Zapatero «cumpla su palabra», y la medida se acabe en junio. «Si la prohibición se convirtiera en permanente, las ventas de motos caerían. El perfil de quien se compra un bicho como éste -dice Ruiz, señalando el suyo-, no es el mismo que el del que se compra un monovolumen familiar. No es que a todos nos guste correr. Es que sin correr, esta afición no tiene sentido».