Teresa García no ha podido conseguir el parte de defunción de su hijo. :: A. VÁZQUEZ
Ciudadanos

«A ese médico le diría que es un criminal, que no tiene entrañas»

Teresa García Guillén La Línea. 1974

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A Teresa le falta mucha información. Su hijo que ahora habría cumplido 36 años murió en 1974 pero no tiene parte de defunción, ni registro de su enterramiento. Aunque fue a dar a luz a la clínica La Banqueta, un centro que ya no existe y que está complicando mucho las pesquisas como ocurre con otras clínicas u hospitales ya cerrados.

Ella tiene el perfil de muchas de esas mujeres que ahora buscan a sus bebés desaparecidos. De familia humilde, con una formación muy escasa y que dio a luz cuando era muy joven. «En esa época no se duda, no te lo permitían. Pero tampoco te enterabas de nada. Se ordenaba y se cumplía».

Con 24 años ya había engendrado a dos niñas y en su familia contaban los días para ver nacer al primer varón. «Tuve un embarazo sin problemas. Un día comenzaron las contracciones y eché una especia de flujo». Al llegar a la clínica, una enfermera le informó que su hijo «venía de culo» y que estaba expulsando «las heces del bebé». Apenas puede aportar más datos de ese instante porque la sedaron y le provocaron el parto. «No me acuerdo prácticamente de nada más solo que al despertar me dijeron que el niño había nacido malito». Nadie vio ese cuerpo ni tampoco puede abrir ni una caja para comprobar si hay o no restos, porque no está inscrito su enterramiento.

Lagunas y más lagunas tiene esta vecina de La Línea, que ha guardado durante treinta años un espacio vivo para su pequeño. El único documento que ha podido rescatar es un legajo de aborto, en donde consta el nombre de una persona, que supuestamente certificó la defunción y posterior enterramiento del bebé, que no ha visto en su vida. «¿Cómo puede poner que este hombre es conocido nuestro si jamás lo hemos visto?».

Sus hijas fueron la que le animaron a iniciar la búsqueda al ver cómo se repetía su historia en los labios de otras mujeres. «Me dijeron un día, mira mamá que si a ti te ha pasado lo mismo».

Se le humedecen rápido los ojos cuando se le pregunta por la posibilidad de volver a ver a su hijo. «Una madre siempre quiere lo mejor para sus niños. Por lo menos, saber que si vivió está bien». En cambio, esos mismos ojos se llenan de vitalidad si la cuestión versa sobre los posibles responsables: «Yo le diría a ese médico que es un criminal, que no tiene entrañas».