MILENIO

MENUDA COYUNTURA

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Hemos descubierto que el líder Griñán no cuenta con el mejor jefe de imagen posible. Le han publicado al líder una foto en un diario muy celebrado de Madrid rodeado de señoras y señoritas socialistas, se supone, luciendo en sus respectivos torsos la leyenda 'Dale la vuelta a Málaga'. Natural, vale, pero lo que no es normal es la forma de danzar del líder. No se sabe si sigue el ritmo de una música berebere o está enfrascado en una especie de danza del vientre. En cualquier caso, chungo.

Le sucede al notable que tanto negarse a ir a Málaga en la (pre)campaña electora que, finalmente, decidió desplazarse sin encomendarse a los verdaderos mandamases ausentes del partido, como Chaves, Zarrías, Pizarro o cualquier señora de la Ejecutiva andaluza. No es de extrañar estos desenfoques de determinados ejecutivos políticos.

Lo mismo que los pecadores mundanos se recogen en el periodo cuaresmal y se colocan cilicios en sus brazos u otros espacios de sus cuerpos para evitar el ardor, la concupiscencia y otros desordenes de la carne y la mente, los ejecutivos políticos suelen olvidar con malsana frecuencia que la política, en profundidad, es simplemente una retahíla permanente de metáforas. Alfonso Guerra fue siempre un maestro ligeramente cruel, al respecto. Desde su bancada gubernamental a lo largo de más de tres décadas repartió más estopa dialéctica que un placero castizo de Chamberí. Lo añora mucho la nostalgia socialista y lo echan de menos los izquierdistas del PSOE supervivientes de más de tres décadas franquistas.

En definitiva, acertar en estos tiempos cambiantes la temperatura diaria de los cuadros socialistas es una tarea de gente muy despierta y con buenas terminales informativas. Pero hay un aspecto inquietante en este colectivo que fundó Pablo Iglesias: La gerontocracia socialista siempre receló de sus propias supra estructuras. No quisieron a Boyer, ni a los sindicalistas de UGT y menos aún a los falangistas críticos antifranquistas. Nicolás Redondo fue una excepción, prólogo de estos tiempos que corren en los que las bases socialistas andan divididas entre el dulzón socialismo sueco y la recia socialdemocracia alemana. Menuda coyuntura. Este escenario solo podría modificarlo Guerra, pero tendría que arremangarse las mangas y volver a los trajes de pana.