Editorial

Desorientación y alarmismo

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La respuesta europea a la catástrofe nuclear japonesa ha respondido a la desorientación y falta de ambición que en la actualidad rodea a la UE. Además de que algún líder, como la canciller Angela Merkel, ha dado algunos signos de precipitación poco tranquilizadores, el comisario europeo de Energía, el alemán Günther Oettinger, ha llegado a la estridencia al calificar de «apocalíptica» la situación nuclear de Japón, al manejar la hipótesis de posibles «nuevas catástrofes» y al afirmar que las pruebas de resistencia que se practicarán en Europa pondrán de manifiesto que no todas las centrales europeas son suficientemente seguras. Frente a estos excesos, el presidente de la Comisión, Durao Barroso, ha mostrado bastante más oficio al limitarse a afirmar que los europeos «estamos trabajando en todos los frentes posibles para apoyar a los ciudadanos de Japón y a su Gobierno a hacer frente a esta difícil situación». Evidentemente, Europa sigue sin hablar con una sola voz, lo que incrementa la sensación de desorientación que trasmite.