Cartel de la tienda donde se 'nesecitan' clientes, sin experiencia, situada en la calle San José. :: ÓSCAR CHAMORRO
CÁDIZ

A la caza del cliente

Un empresario de la calle San José busca clientela para su negocio y no exige experiencia para ser el comprador idealEl ingenio gaditano sale a relucir como alternativa para mantener las ventas

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En época de crisis, todos buscan la forma de resaltar sobre el resto y ponerse en relieve de la manera más ingeniosa para llamar la atención de los posibles clientes. Uno de estos es el propietario de la tienda de complementos étnicos 'Eire Cádiz' en la calle San José. En el escaparate, delante de un traje de gitana que da un toque bastante cañí a la tienda, hay un cartel que pone: Se 'nesecitan' clientes. No es 'nesesaria' experiencia.

Diego, dependiente de la tienda, reconoce que el cartel ha provocado que a la tienda entre más personas. «Algunos de ellos me han dejado un currículum, pero les he dicho que lean bien el cartel». La necesidad lleva a algunos a no leer entero el cartel. Y no sorprende viendo los datos de desempleo de la ciudad, la provincia y el país en general. Pero ya ha conseguido que se fijen en el escaparate, en la tienda y entren.

Ya dentro del local, hay otro cartel donde se anuncia que los mejores clientes son los niños, ya que éstos rompen y sus padres pagan. Una nota de humor que viene bien para los tiempos que corren, donde se anda un poco achuchado. No es el primer cartel que cuelga de su tienda, anteriormente ya colgaba otro que hablaba de la crisis, justo cuando ésta comenzaba a dar sus primeros disgustos a la población. Se trata de una célebre reflexión del físico Albert Einstein acerca de la crisis precisamente y que comienza con un: «No pretendas que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo». Así que no hay que hacer lo mismo, hay que buscar la forma de hacer algo diferente para que se te tome en cuenta, aunque sea un cartel ocurrente.

Cierres de tiendas

Diego ha querido darle esta nota de humor, que para eso estamos en Cádiz. La cosa está regular en cuanto a los negocios, y es que, como se ha publicado anteriormente en este periódico, hasta 700 establecimientos han echado el cierre definitivo a sus persianas en el último año. Una circunstancia que no es de extrañar que empuje a los comerciantes a buscar la diferencia, a hacerse notar o simplemente a tratar de cambiar algunas caras mustias de los que pasan por delante de los escaparates.

La mañana ha sido flojita en 'Eire', y Diego reconoce a un cliente que sobrevive a lo justo. Pero todo sea por el negocio y la supervivencia, y por sacar también alguna sonrisa a los viandantes, que miran de reojo a la tienda cuando pasan por delante de sus puertas.

Dentro, máscaras, figuras con motivos egipcios, mexicanos o hindúes. Llama la atención también una estantería con algunas cámaras de fotos antiguas, de esas que ya solo se ven como piezas de museos, en alguna tienda de segunda mano o como reliquia familiar. Y una gran cámara de vídeo. «Me han dicho que funciona. Pero claro, le falta el cargador». Curiosidades, muchas curiosidades. Porque en cada rincón hay un nuevo detalle.

En otra gran estantería se encuentra la platería de la que Diego cuenta la procedencia. «Traigo la plata de México, directamente voy allí a comprarla. Y a la India también he ido». Y cuando habla se nota que ha recorrido mundo, bastante mundo. Entre rato y rato de entrada de clientes, se pone Diego a revisar los vídeos que tiene y que son de algunos de sus viajes. Como uno que hizo en la famosa Casa Azul, la vivienda de la pintora mexicana Frida Kahlo. O uno en el que un artista callejero pinta un paisaje con los dedos en unos minutos y cuenta una historia acerca de la imagen que colorea. «Le compré todos los cuadros», cuenta Diego.

Y entre la música que suena en el local, los vídeos y las fotografías propias que guarda en el ordenador sigue intentando sobrevivir. «Ni con experiencia ni sin ella, lo que quiero es que la gente entre y compre, porque está la cosa fatal», se queja Diego. Y no sin razón, porque en el rato de entrevista tan solo ha entrado un cliente, que se marcha pero prometiendo pensarse la compra, porque ha venido «para echar un ojo».

El cartel es un gran reclamo, y algunos más habrá repartidos en los escaparates de muchos comercios gaditanos, que ingenio hay para eso y mucho más. Y, sobre todo, ganas de animar a la gente a seguir comprando y ellos vendiendo. Y no hace falta experiencia para ser cliente.