Sociedad

Tarjeta roja al estilo

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El bañador que utilizó la selección masculina de waterpolo de Singapur en los últimos Juegos Asiáticos era cómodo, dejaba a los deportistas libertad de movimiento en el agua y en unos cuantos centímetros de tela elástica se representaban a las mil maravillas los colores rojo y blanco de su país. Solo fallaba un mínimo detalle: que la vista acudía rauda y veloz hacia las partes más íntimas de los jugadores. Ni siquiera sus trabajados abdominales desviaban la visión. Directo a la diana. Una gran luna blanca en mitad de los atributos masculinos llamaba poderosamente la atención... consciente e inconscientemente. El partido dentro de la piscina fue lo de menos. Casi ni hubo comentarios de la derrota ante Kuwait (5-4) y su sexta posición en la clasificación final. Solo se hablaba de tan 'original' diseño. Si las pequeñas prendas no han terminado en el cubo de la basura o quemadas poco les ha faltado con todo el revuelo que se ha formado. El Gobierno del pequeño país asiático fue el primero en saltar. Y no precisamente para echarle flores al diseñador. Hablaban nada más y nada menos que de vergüenza nacional. «Los elementos de la enseña han de ser tratados con dignidad», enfatizó el Ejecutivo tras ver a sus jugadores paseándose por el filo de la piscina con tan resultona luna. Los deportistas agacharon la cabeza y pidieron perdón. Se zanjó de raíz la polémica, aunque desde el principal diario del país, el 'Straits Times', se le quitó hierro al asunto e incluso se piropeó el bañador como «bonito».

¿Les suena la historia? Seguro que sí. La polémica en las equipaciones deportivas está a la orden del día. Si son demasiado ceñidas, si enseñan mucho, si el color molesta a la vista, si no representan los motivos del club... Y más cuando las modas son tan cambiantes y se busca darle una vuelta a diseños clásicos para huir de la rutina. Pero los aficionados tiran con dardos envenenados. Si no que se lo digan al artista vasco Darío Urzay. La camiseta que diseñó en exclusiva en 2004 para que el Athletic disputara la Copa de la UEFA llegó a ser estrenada en un partido amistoso durante la pretemporada, pero nunca más se supo de ella en los campos de fútbol. El huracán de comentarios negativos llevó a su retirada 'ipso facto' del vestuario y de las tiendas oficiales. Para la historia ha pasado como la «camiseta ketchup» y cuenta con el dudoso honor de formar parte del ránking de las 20 más feas de la historia que elabora en internet la web deportiva Bleacher Report. Ahí está mano a mano con la elástica con esvásticas de la Fiorentina o la que imitaba la piel de tigre del Hull. Casi nada. Una visión muy distinta a la que dieron en su momento artistas y personalidades del mundo del arte, a los que no extrañó que el diseño de Urzay incluso se expusiese en el museo Artium de Vitoria.

Distintas visiones

El mundo del fútbol es un terreno abonado para que salte la chispa. Con hasta tres equipaciones que presentan los principales equipos de Primera y Segunda División cada temporada, contentar a casi todos los seguidores sería menos complicado que resolver alguno de los problemas matemáticos del milenio. Uno de los últimos en hacer el pleno al 15 polémico fue el Huesca. Para su debut en Segunda División a finales de 2008 optó como segunda camiseta por una blanca con la cruz roja de San Jorge. Hasta aquí a pocos les molestaría. Sobre todo teniendo en cuenta que aparece en el escudo de la provincia. Pero el Seminario Permanente sobre Migraciones Internacionales y Extranjería de Aragón rizó el rizo asegurando que esta señal podría generar violencia, de ahí que pidiese su retirada. Los tiras y aflojas se sucedieron. Resultado final: aumento desmesurado de las ventas, convirtiéndose ese año en la más vendida de Segunda. Incluso la pidieron desde Reino Unido, Argentina... y el equipo la sigue utilizando en sus encuentros desde entonces. Muy parecida a la polémica que se suscitó en Turquía cuando el Inter utilizó la camiseta exclusiva para su centenario: la enseña de San Ambrosio, patrón de Milán. Fue tildado de racista por lucir cruces en terreno hostil.

Hasta el Congreso de los Diputados llegó la polémica del 'body' que lució la selección española de baloncesto femenina en el Mundial de China 2002. Su quinto puesto quedó totalmente deslucido por la ajustadísima equipación que se daba un aire con el peto de licra de un velocista de 200 metros. La prenda resaltaba todas sus curvas, lo que hizo correr ríos de tinta incluso entre los grupos políticos. Al final todo quedó en un amago, ya que las chicas volvieron a las camisetas y pantalones anchos por más que argumentaron que eran «incómodas para la práctica deportiva de alto nivel».

El encaje tampoco se había utilizado en el tenis hasta que Venus Williams se lanzó a la tierra batida del pasado Roland Garros con un conjunto propio del Moulin Rouge. Todo un modelito de lencería con transparencias negras que acaparó los flashes a la búsqueda de descifrar si llevaba o no bragas. Quizás haya aprendido alguna lección de márketing de la tenista Bethanie Mattek Sands. A la norteamericana le encanta llamar la atención y por eso ya tuvo que pagar una multa de 10.000 dólares hace cinco años por intentar jugar con un sombrero en el Abierto de Estados Unidos o soltar 2.000 dólares por llevar una camiseta que dejaba poco a la imaginación. Así, es normal que ya no la dejen competir sin que los jueces le den el OK a su uniforme... y sus excentricidades.

¿Estrategias de márketing o casualidad? Hay de todo, porque la lista de ejemplos aumenta cada año. Camisetas antiestéticas, pantalones llamativos, con demasiada carne al aire... Ya se sabe que a ciertos niveles vende eso de mejor que hablen de mí, aunque sea mal. Sobre todo porque muchos deportistas reciben una cantidad considerable de las marcas deportivas y la polémica suele ser buena para el negocio. Una manera de copar titulares... aunque te saquen tarjeta roja al estilo.