Opinion

Matanza en Libia

La sangrienta represión de las protestas refleja las debilidades del régimen de Gadafi

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Los medios de información habían advertido ya de que el coronel Gadafi vendería cara su piel si la veía en peligro y que su curioso régimen no vacilaría en recurrir a toda la fuerza necesaria para mantenerse si las protestas sociales amenazaban su subsistencia en el ambiente de agitación pro-democrática que sacude el mundo árabe casi sin excepciones. Y así está resultando: más de 200 ciudadanos civiles libios han sido masacrados y la cifra puede aumentar a medida que la represión se extienda. En cambio, el golpe de Estado que dio al poder a Gadafi hace cerca de 42 años no costó ni un tiro y bastó con la ocupación de los espacios materiales del débil poder que en Trípoli ejercía el primer y único rey del país, Idriss Senussi, puesto allí por los británicos. El montaje constitucional inventado por el 'Guía' de la revolución (tal es el nombre oficial del líder) es un bodrio presuntamente adaptado a la idiosincrasia nacional y responde a las ínfulas de innovador teórico político del jefe. Su resultado fue una dictadura aburrida que está durando gracias al petróleo. Pero Gadafi sabe de sobra que la realidad nacional y social es otra y que nunca se ha podido sobrepasar la estructura tribal del país, de modo que con la amenaza, el soborno y la negociación con los jefes de los grandes linajes, ha ido tirando mientras irritaba a la comunidad internacional, se pasaba del panarabismo al panafricanismo y combatía a Occidente. antes de reconciliarse con él hace tres años apenas: reconoció su responsabilidad en el terrible atentado de Lockerbie (Escocia) y abandonó sus ambiciones nucleares. La vulgaridad del conjunto se adorna ahora trágicamente con un recurso a la violencia estatal propia de autocracias arcaicas. Podría haber mirado, sin ir más lejos, a Bahréin, cuyo rey, impresionado por la firmeza de las manifestaciones, ha abierto una negociación con la oposición tras ordenar que el ejército se alejara del centro de Manama. Servirá o no, pero es un ejemplo de cintura política y, es de suponer, buena fe que contrasta mucho con la masacre de Bengasi, que puede llegar a ser el sangriento epitafio para la tumba de la sedicente 'Yamahiría' del insensible 'Guía'.

Privatización de AENA

El próximo Consejo de Ministros acometerá la liberalización de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), una Entidad Pública Empresarial adscrita al Ministerio de Fomento y encargada de la gestión de los aeropuertos civiles de interés general y de las instalaciones y redes de ayudas a la navegación aérea. La liberalización consistirá en el desgajamiento del control de la navegación aérea, que quedará en manos del Estado, de la gestión aeroportuaria, que será privatizada en un 49%. La Ley de Seguridad Aérea, que acaba de ser reformada por el Parlamento, establece el régimen de tarifas y las condiciones que regirán en la gestión de los aeropuertos, que podrán competir entre sí con un margen tarifario de hasta el 30%. También los grandes aeropuertos podrán gestionarse en régimen de concesión, mediante el pago de un canon al Estado y con grandes márgenes de libertad en los procedimientos. La liberalización hará posible que las comunidades autónomas puedan participar en la gestión de los aeropuertos, al tiempo que permitirá que las necesidades territoriales sean ahora mejor atendidas frente al viejo modelo rígidamente centralizado.