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Menos bonus

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Alos malos tiempos, aunque se vean venir, nadie les abre la puerta hasta que la aporrean. Uno de los males de la vida española es que son tantos que nadie puede ponerlos por orden alfabético: hay prioridades que se disputan el primer puesto. Caja Madrid, que también tiene su apartado en la caja de Pandora, se ha dado cuenta -dicen que a tiempo, pero eso sólo lo dirá el tiempo- de que no puede seguir indemnizando a los ricos.

Es muy lamentable que el dinero que ganaba disminuya, ya que ellos continúan haciendo méritos para seguir siendo acreedores, pero ha llegado un tiempo en que esto no sigue siendo posible. La situación es delicada y no por tanto sobra la delicadeza: hay que anular bonos. Para que lo entendamos todos, incluso los que jamás hemos entrado en un reparto que no se refiera a la distribución de pérdidas, el consejo de administración de la poderosa entidad ha eliminado la distribución de 25 millones entre los exdirectivos. Iban a repartírselos diez ejecutivos, que casualmente fueron los mismos que hicieron todo lo posible por llevar al cadalso a la entidad.

Al fondo de rescate se le está viendo el culo y las ayudas públicas no deben ser privadas. El dinero de los que no lo tienen cuando se junta se llama de otra manera y depende de los consejos de administración. ¿Quién aconseja a los consejeros? Lenin, que se ha quedado muy antiguo a pesar de seguir siendo vigente en algunas cosas, tuvo la sublime idea de que había que repartir la pobreza. ¿A cuánto tocaríamos cada uno si hubiese sido posible ese ilusorio disparate?

Hemos salvado a Alberto Contador, ya que su sanción carecía de razones jurídicas, y ahora debemos salvar a algunas cajas de ahorro, ya que carecían de razones económicas. Para eso estamos. La única misión del pueblo sigue siendo la de dar buen ejemplo y, a ser posible, dando el menor ruido.