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Cucos como hienas

Una conspiración de pandilla lleva a jueces y detectives por caminos sin salida en el crimen de Marta

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AMarta del Castillo le llamaron al móvil una noche en Sevilla y salió confiada de la casa de sus padres con la melena alegre de adolescente por la cintura. En las horas siguientes la violaron, la asesinaron, limpiaron a conciencia el escenario del crimen frotando el suelo con lejía. Empaquetaron su cuerpo joven en una alfombra y las hienas se deshicieron de él con tanta dedicación que cientos de rastreos no han logrado dar con ella. Mañana quedará visto para sentencia el primero de los juicios contra uno de sus presuntos asesinos. Javier. G.M. apodado 'el Cuco' un menor que según testimonios escuchados en la vista oral estaba obsesionado con ella. La noche del crimen tenía 15 años. Durante el juicio nadie ha conseguido sacarle una confesión a pesar de que Miguel Carcaño, el asesino confeso, le señaló como cómplice en la violación y el asesinato. Puede que esté siguiendo a rajatabla la advertencia de su madre: «Cállate, no digas nada, que el teléfono está pinchado». Resalía García hacía esta recomendación a su hijo durante su estancia en el centro de internamiento de menores dos meses después de la desaparición de Marta. Y, mientras tanto, la madre de la adolescente con el aliento congelado y el estómago empedrado espera, desde hace siglos de segundos, recuperar el cuerpo de su hija aunque esté mordido por las alimañas. Pero la zoología explica que el cuco es un pájaro impostor que deposita sus huevos en los nidos de otras aves para ahorrarse la cría. Y cuando el pollo sale a la vida mata fríamente a los otros empujándoles fuera el nido para eliminar la competencia. Javier G.M. que ahora tiene 17 años se ríe del CSI sevillano y de sus técnicas de detección del ADN, burla con sus coartadas la triangulación de la telefonía móvil e, impertérrito ante los testimonios contrarios, sostiene que la fatídica noche del 24 al 25 de enero de 2009 se fue a dormir a casa después del botellón. De aquella madrugada en un bajo del numero 78 de la calle León XIII quedan sombras tenebrosas moviéndose para matar, violar y ocultar. Menores, hermanastros, amigos, familias, en un concierto de maniobras que testimonios y careos no han logrado traducir en la verdadera historia del crimen de Marta. Sus padres se despiertan en la noche con los tímpanos apunto de estallar por el ruido de voces que envuelve la muerte de su hija sin que aflore la verdad. Una navaja, una silla de ruedas cerca del 'Charco de la pava', alcohol y éxtasis en pastillas, conspiración de pandilla y protección de tribus que llevan a los detectives y jueces por caminos sin salida. Decorado, figurantes, cómplices, han surgido en la penosa investigación desde enero de 2009. Ahora falta coser el guión, presentar las pruebas, señalar a los culpables, encontrar el cuerpo. Solo entonces la Justicia podrán descansar en paz.