La dirección ordenó el cambio de ruedas de los vehículos, argumentando que habían sido pinchadas. :: J. C. C.
Jerez

La empresa acusa a los conductores de causar destrozos en los autobuses

Urbanos Amarillos habla de «vandalismo» y dice que ha propuesto sin éxito a la plantilla que retomen el diálogo, aunque ésta lo niega

JEREZ. Actualizado: Guardar
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La partida no acaba nunca, y cuanto más se envalentona una parte más grande resulta el órdago que lanza la otra. Ayer, el pulso mantenido entre Urbanos Amarillos y los conductores vivió otro nuevo capítulo con la denuncia, por parte de la empresa, de los «actos de violencia y vandalismo» que según la dirección protagonizaron los trabajadores contra los vehículos que estaban circulando en cumplimiento de los servicios mínimos.

A través de un comunicado, la compañía mostró su indignación por «30 lunas rotas, pintadas y pinchazos» de los que estaban siendo objeto los autobuses, y así se lo transmitió también a la Policía Nacional, que no tardó en enviar varias patrullas a las cocheras. Los conductores, por su parte, no pudieron ocultar su enfado y desmintieron rotundamente haber cometido semejantes tropelías.

«Esto es tercermundista -se quejó el presidente del comité de empresa, José María Romero-. Han venido los agentes y nos han pedido el carné de identidad en tono amenazador. Le tenemos que dar las gracias otra vez a la alcaldesa, por este acto democrático». De esta forma, volvieron a involucrar al Ayuntamiento acusándole de enturbiar el conflicto y no hacer las veces de mediador, que era lo que se esperaba de la administración.

Los actos vandálicos que, según la plantilla, no se produjeron, no constituyeron el único punto de fricción del día; desde Urbanos Amarillos aseguraron que habían tendido un puente de diálogo invitando a los trabajadores a negociar esa misma mañana y lo habían declinado. Éstos, sin embargo, afirmaron que fueron ellos los que tomaron la iniciativa pero que la compañía les puso como condicionante el que abandonaran la huelga para comenzar las conversaciones, algo a lo que siguen sin estar dispuestos.

«No vamos a entrar en esta provocación -subrayó Romero-. No vamos a admitir ningún tipo de chantaje, así que la semana que viene nos reuniremos en asamblea y plantearemos prolongar la huelga un mes más».

Posible huelga indefinida

Transcurrido ese tiempo, amenazan incluso con convocar una huelga indefinida que solo se paralizaría, en principio, si la empresa aceptara acatar el convenio, cosa que ésta ya ha advertido que no hará mientras no consiga la concesión definitiva del servicio (prevista para abril o mayo).

Los trabajadores aprovecharon para incidir en que hasta el momento están cumpliendo escrupulosamente con la legalidad, y solo se están concentrando los días que tiene permiso para ello. «Nos hemos concentrado el martes y el jueves, como teníamos autorizado, y el resto de los días hemos acudido a nuestro centro de trabajo. No hemos tocado los autobuses ni hecho nada más». La próxima semana será clave para determinar si se soluciona el conflicto, aunque todo apunta a que las posturas continuarán igual de encontradas que hasta ahora.