Valentín Lasarte.
ESPAÑA

La disidencia reclama a ETA que admita el dolor provocado a las víctimas

Interior traslada al País Vasco al asesino de Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica después de que haya firmado la carta en la que pide perdón

MADRID. Actualizado: Guardar
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La disidencia de ETA insiste en hacerse cada vez más visible en las cárceles. Siete de los reclusos escindidos más conocidos exigen a la organización terrorista que reconozca «en nombre de todos sus militantes» el «daño y el sufrimiento» causado a sus «víctimas y familiares» y que admita «errores cometidos en el pasado». «Si no les mostramos nuestro respeto a los que han sido damnificados, difícilmente construiremos un futuro mejor y más esperanzador», apuntan. Los siete presos, todos ellos desvinculados desde hace años de ETA y expulsados de la organización, son Carmen Guisasola Solozabal, Kepa Pikabea Ugalde, Joseba Urrosolo Sistiaga, Josu García Corporales, Rafael Caride Simón, Ibon Etxezarreta Etxaniz y Andoni Alza Hernández, todos ellos internos en la cárcel alavesa de Nanclares de Oca, uno de los tres centros, junto al asturiano de Villabona y el aragonés de Zuera, donde el Ministerio del Interior concentra a buena parte de los más de 110 internos que han roto con la disciplina de ETA.

Los reclusos, que se agrupan en un colectivo que se hace llamar 'Presos comprometidos con el irreversible proceso de paz', han contestado de manera colectiva a un cuestionario de la revista 'Argia', que es anterior al anuncio el pasado 10 de enero del alto el fuego general y permanente. En el texto, los internos reclaman a la banda que haga público ya el final del terrorismo. ETA tiene que «cerrar de modo oficial la etapa de la lucha armada y escenificar que esa decisión es para siempre», apuntan los disidentes.

Señalan que es necesario crear en la sociedad «un nuevo ambiente para la convivencia pacífica y una normalidad política» y empezar así a «cerrar las heridas provocadas». Y para ello, es «fundamental un fin de la lucha armada inmediato y creíble». Según el grupo de presos críticos, el argumento de que medio siglo de lucha no se puede acabar de inmediato, sino que se requiere tiempo, «es una mera excusa» ya que no es cierto que haga falta más tiempo «para dar por finalizado lo que ya está acabado».

«Cuánto tiempo, esfuerzos e ilusiones hemos desperdiciado en vano por no haber cambiado antes de estrategia, cuánta gente se ha quedado en el camino, cuánto daño y sufrimiento hemos causado los que hemos tomado parte en este conflicto armado», señalan en la publicación de corte nacionalista.

No es el primer escrito que hace público «Presos comprometidos con el irreversible proceso de paz». En mayo de 2010, este colectivo ya dio a conocer una carta abierta en la que defendían la necesidad de «reconocer y reparar» los daños causados a las víctimas del terrorismo como un «acto de reconocimiento de las consecuencias directas del conflicto, tal y como lo asumieron en los acuerdos de paz de Sudáfrica e Irlanda».

Los cuatro puntos

A este grupo de Nanclares podrá sumarse en breve otro de los rostro conocidos de la disidencia, el exmiembro del 'comando Donosti' de ETA Valentín Lasarte Oliden. Este preso, expulsado por ETA en enero de 2009, ha sido llevado desde la cárcel cántabra de El Dueso al centro penitenciario de Álava. Un acercamiento, según fuentes penitenciarias, que es el 'premio' por haber firmado la carta con los cuatro puntos que Interior exige para acogerse a los beneficios penitenciarios: rechazo de la violencia, perdón a las víctimas, pago de las indemnizaciones y colaboración con la justicia.

Lasarte, capturado en marzo de 1996, fue una imagen emblemática de la ETA más violenta. Condenado a más de 300 años de cárcel por cinco asesinatos, entre ellos los del concejal del PP Gregorio Ordóñez, del dirigente socialista Fernando Múgica, o del jefe de la lucha antiterrorista Enrique Nieto. El arrepentido compartirá prisión y patio con otros 20 presos que han suscrito la carta, entre ellos cinco que, gracias a su arrepentimiento, han conseguido ya permisos de salida de la cárcel.

La carta de perdón no es el primer documento que firma Lasarte. En 2009, antes de su expulsión, ya firmó otra misiva desde la cárcel de Villabona en la que apostaba por el fin de ETA y mostraba su rechazo a la organización terrorista. Aunque él se dio de baja voluntaria en las filas terroristas y comenzó a aceptar las reglas penitenciarias, ETA tardó casi un año en hacer pública su expulsión.