vuelta de hoja

Pruebas de resistencia

Jerez Actualizado: Guardar
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Es de pésimo gusto hablar siempre de dinero. No se debe criticar a un ausente. Nuestro tema de conversación se ha hecho inevitablemente monótono. La actualidad manda, aunque siga sin obedecer a los que ordenan su conducta. Los que más se interesan por los diálogos del Banco de España con las cajas de ahorro y sus fusiones regionales, que más que fusiones son confusiones, son entidades venidas de fuera. Ya se sabe que el arte del comercio consiste en traer algo del sitio donde abunda al lugar donde escasea y por ahí anda suelta mucha pasta gansa, sin duda porque en las épocas buenas han hecho menos gansadas que nosotros. Quizá no debamos alarmarnos ante el hecho de que países más sensatos se interesen por las decaídas finanzas nacionales. Al fin y al cabo esa curiosidad es una prueba de confianza en un momento en el que nadie confía en nuestro sector financiero y lo único que se está poniendo a prueba es la resistencia de la gente.

El remedio predicado por los que no dan ejemplo es la austeridad, pero es muy desagradable. «Soportar y abstenerse», que era un lema de los filósofos estoicos, que inventaban muchas consignas en su tiempo libre, no está al alcance de todos. Para abstenerse de gozar de algunas cosas hay que tener varias y no se le puede pedir ese sacrificio a los que no tienen nada. Además la austeridad es una virtud perjudicial para quienes nos rodean. Si una persona de las llamadas pudientes deja de ingerir crustáceos le está haciendo la puñeta al dueño de la marisquería y a los camareros. Quiero decir que las mortificaciones voluntarias, en una sociedad como la que hemos hecho, siempre las pagan otros. Si el eufórico señor Rajoy quita las pensiones a los diputados habrá muchos damnificados, no solo entre ellos y los senadores. Cuando el dinero no corre los pobres padecen artrosis.