Artículos

Usar y tirar

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La creciente proliferación de los productos de 'usar y tirar' que invaden los diferentes mercados con el fin de aumentar los beneficios económicos de algunas industrias multinacionales no sólo está generando unos efectos perniciosos para la mayoría de nuestros bolsillos familiares sino que, además, influye negativamente en algunos de nuestros hábitos consumidores y, a veces, en nuestras relaciones personales. Si es doloroso que, cuando se deteriora un fusible del televisor, de la freidora o de la maquinilla eléctrica de afeitar, tengamos que adquirir otro aparato nuevo, también es lamentable que se pierdan unas profesiones que, como las de zapatero, electricista o costurera, daban de comer a muchas familias. Eran unas tareas nobles y gratificantes que, además de paciencia, de primor y de precisión, exigían unas habilidades tan valiosas como las de calcular o imaginar. A este hecho hemos de sumar esa estrategia comercial que consiste en acortar los ciclos de vida de los productos que compramos con el fin de que los cambiemos de forma continua. Pero, a mi juicio, la consecuencia más grave de esta transformación económica y laboral es la repercusión en nuestras jerarquías de valores, en nuestras actitudes vitales y en nuestras relaciones con los objetos, con las herramientas y con las personas. Es fácil advertir cómo esta manera de trabajar, de descansar y de disfrutar está cambiando, incluso, nuestra valoración del paso del tiempo y haciendo más efímeras nuestras formas de pensar, de sentir y de amar.

Este hábito de desechar los objetos y los instrumentos defectuosos, además de contribuir al crecimiento incontrolado del consumo de las materias primas, está aumentando peligrosamente el volumen de basuras convirtiendo el paisaje en un inmenso y maloliente estercolero. Ya nos resulta fácil comprobar cómo esas crecientes toneladas de vertidos dañan el mar, contaminan el medio ambiente, deterioran el paisaje, aumentan la deforestación y, en resumen, devoran el planeta del mismo modo que hacen las termitas con los muebles. Pero lo más grave de este nuevo hábito de 'usar y tirar' es cuando, como ocurre en el ámbito empresarial, en el terreno de la política y, a veces, en el familiar, se emplea esta fórmula a las relaciones con las personas, cuando, por ejemplo, el único criterio que se aplica es el de la eficiencia económica, social o electoral sin tener en cuenta el valor del amor, de la amistad o de la lealtad.