Editorial

Los mismos defectos

El forcejeo político sigue lastrando el buen funcionamiento del Tribunal Constitucional

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Tras la renovación, con tres años de retraso, de los cuatro miembros del Tribunal Constitucional (TC) designados por el Senado, el pleno de la institución designó ayer al progresista Pascual Sala nuevo presidente y a Eugeni Gay vicepresidente. Es la primera vez en toda la vida del TC que la presidencia es ostentada por un miembro de la carrera judicial ya que todos sus antecesores fueron catedráticos. Algo hemos avanzado en la normalización del tribunal al lograr los dos grandes partidos, PP y PSOE, aprobar por mayoría de 3/5 de la Cámara Alta la entrada en el TC del expresidente del Supremo Francisco José Hernando y de los catedráticos Adela Asúa, Luis Ignacio Ortega y Francisco Pérez de los Cobos. Sin embargo, esas mismas formaciones políticas han sido incapaces de acordar la renovación de los cuatro miembros designados por el Congreso -uno de ellos, García Calvo, fallecido en mayo del 2008-, cuyo mandato de nueve años concluyó el pasado 7 de noviembre, de forma que tres de los actuales magistrados, y entre ellos Eugeni Gay, ya han cumplido el período para el que fueron designados. El forcejeo de los partidos en relación al Estatuto de Cataluña causó un serio quebranto a la imagen del Constitucional, pero a la vista está que las principales fuerzas no tienen ánimo de enmienda y ahora chocan con el pretexto de dar o no entrada a un polémico candidato. La presidenta saliente, María Emilia Casas, ya señaló en su indignado discurso de despedida que la legitimidad de origen de los magistrados del TC elegidos por diputados y senadores resulta empañada si las designaciones no se realizan en el momento previsto por la Constitución, que busca una combinación entre renovación y permanencia. De hecho, esta nueva etapa, en la que el TC debe recuperar el prestigio perdido, empieza con mal pie: el retraso de tres años en la designación de cuatro jueces descabala el ritmo normal de las renovaciones, y la incorporación de los nuevos magistrados procedentes del Congreso, cuando se produzca, obligará a elegir del nuevo al presidente y al vicepresidente. Flaco favor ha hecho de nuevo la clase política a la solidez de una de las grandes instituciones.