Obama abraza a Mark Kelly, marido de la congresista tiroteada en Arizona, en presencia del becario que protegió a Danielle Giffords. :: AP
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Obama reconcilia a Estados Unidos

El presidente proclama en Arizona que «es más fuerte lo que nos une»

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Pocas veces desde su llegada a la Casa Blanca Barack Obama había concitado tanta unanimidad como la obtenida tras su viaje a Arizona, donde acudió para presidir el homenaje a las víctimas del dramático tiroteo ocurrido el pasado sábado, en el que murieron seis personas y resultó gravemente herida la congresista Gabrielle Giffords. En un discurso muy ponderado en el que evitó cualquier referencia a la ultraderecha, el mandatario hizo un solemne llamamiento para cambiar las formas y avanzar en una nueva era política de un tono más civilizado.

«En un momento en el que nuestro discurso se ha polarizado tan drásticamente, cuando estamos demasiado dispuestos a echar la culpa de todo lo malo en el mundo a quienes piensan de modo diferente, es importante que paremos un momento y nos aseguremos de que nos hablamos los unos a los otros de manera que cure, no que hiera», declaró el presidente.

Aunque se cuidó mucho de no señalar a nadie, Obama sí que trató de profundizar en el contexto en que se produjo la masacre. «Si estas muertes contribuyen a una mayor educación en nuestro discurso público, recordemos que lo que causó esta tragedia no fue una mera falta de educación. Solo un discurso público más civilizado y honesto puede ayudarnos a afrontar nuestros desafíos como nación». Fiel a su filosofía integradora, el presidente enfatizó ante 14.000 personas que «las fuerzas que nos dividen no son tan fuertes como las que nos unen».

El precedente Clinton

Antes de su comparecencia los analistas políticos habían valorado la importancia de este momento para el futuro de su presidencia. Bill Clinton, tras el atentado de 1995 en Oklahoma que dejó 168 muertos, prometió en su día que haría justicia, pero también puso énfasis -como Obama la madrugada de ayer- en la necesidad de estar unidos ante la adversidad. Fue a partir de entonces cuando el exmandatario demócrata recuperó su prestigio presidencial, empañado por la derrota en las legislativas de 1994, y tras lo cual pudo ganar la reelección en 1996.

El acto de Tucson, muy bien manejado por la Casa Blanca, registró momentos de emoción, con muchos familiares de los fallecidos y heridos presentes en el recinto, pero también se convirtió en un encuentro de exaltación de los valores más preciados de la democracia estadounidense. El presidente no se olvidó de nombrar una a una a todas las personas que han tenido un papel relevante desde que Jason Lee Loughner irrumpió con su arma en el pequeño mitin vecinal. Desde el hispano Daniel Hernández, cuya valiente actitud ayudó a salvar la vida de la congresista, hasta una niña que se apoderó de uno de los cargadores que pretendía usar el asesino. Luego, en uno de los momentos más emotivos de la velada, reveló que Giffords había «abierto los ojos por primera vez».

Mejoría de Giffords

Mientras, el estado de salud de la congresista gravemente herida dio ayer un vuelco espectacular. El último parte médico señalaba que la política demócrata mueve las piernas y los brazos, ha abierto los ojos y reconoce a los numerosos familiares y amigos que rodean su cama en el hospital. Lo que todavía no puede hacer Giffords es hablar, ni tampoco le han retirado el respirador artificial.

«Fue algo extraordinario. Fuimos testigos de un milagro», añadió su esposo, el exastronauta Mark Kelly. Pero la positiva reacción de la legisladora no terminó ahí. «Intentó abrazar a su marido y por un momento lo estaba apretando con fuerza. El le preguntó si podía tocar su aro de matrimonio y lo hizo, luego acarició su reloj y su muñeca y los doctores estaban maravillados», mencionó a la CNN Kirsten Gillibrand, senadora por Nueva York y amiga de Giffords.

El neurocirujano que la atiende, Michael Lemole, comparó la situación de la congresista, de 40 años, con la de quien va «despertando» de un sueño profundo, pero declaró que «estas reacciones suponen un gran esfuerzo» para el afectado por lo que es normal que luego sigan momentos en los que vuelva a quedar inconsciente.