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La trágica muerte de siete ciclistas conmociona Italia

El suceso saca a la luz la osada vida de los aficionados a la bici, el drama de unas pésimas carreteras y el fantasma del racismo

ROMA. Actualizado: Guardar
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El título del suceso del domingo que ha conmocionado a Italia espanta: 'Mueren siete ciclistas atropellados por un hombre drogado y sin carné'. El conductor, de 21 años, al final tenía permiso de conducir, pero es lo mismo. En cambio ayer se añadió otro detalle: es un conductor marroquí, Chafik el-Ketan. Esto en Italia siempre trae cola, siempre asoma algún político a sacar tajada. Además ha coincidido con otro suceso escabroso, una nueva desaparición de una menor de 13 años cerca de Bérgamo, en el norte, donde ha sido detenido otro marroquí.

Allí han aparecido pancartas racistas. Es territorio electoral de la Liga Norte, que hace bandera de la aversión al inmigrante. Por ejemplo, un consejero provincial de Padua, Pietro Giovannoni, dijo el viernes sobre la tradicional maratón de la ciudad: «Basta ya de financiarla con dinero público, de todos modos ganan siempre africanos en calzoncillos». Un sociólogo, Antonio Marzale, hizo otra reflexión incómoda e interesante sobre la propensión de algunos extranjeros a no cumplir las normas: «La percepción que los inmigrantes tienen de Italia es la de un país permisivo, donde la certeza de la pena es inexistente».

Sin embargo, en el trágico accidente de los siete ciclistas, que ha sido en el corazón del sur, en Lamezia Terme (Calabria), 70.000 habitantes, se ha impuesto todo el peso del drama humano. El propio jefe de Estado, Giorgio Napolitano, se ha declarado «profundamente afectado». La comunidad marroquí del pueblo, muy integrada desde hace más de treinta años, cerró ayer sus negocios para unirse al luto.

Lacras de un país

Como ocurre a menudo en Italia, tras una tragedia surgen las preguntas acerca de los porqués y se toca con la mano algo que no funciona, una chapuza profunda. Por eso son dramas que calan tan hondo. Brota la Italia normal, cotidiana, trabajadora, que no sale en los periódicos, condenada a aparecer en ellos por la desgracia y abocada a recordar las lacras del país. En este caso, unas carreteras tercermundistas. Los italianos que salen en bicicleta los fines de semana son auténticos héroes. En 2009 murieron 295, y 14.804 resultaron heridos. Es una escabechina. En 2007, fueron 352. Pero les puede el amor al ciclismo. Es el tercer deporte en número de federados, tras el fútbol y el voleibol. Hay 200.000 ciclistas aficionados y 32 millones de italianos, la mitad, poseen una bici. El país de Coppi, de Bartali, de Gimondi, se llena de aficionados que desafían unas carreteras donde el arcén es un concepto casi inexistente.

Como el grupo de amigos de Lamezia Terme, que salía todas las semanas cantando 'La última subida', una canción del grupo Nomadi dedicada a Pantani: «Corre più veloce del vento, il vento non ti prenderà mai...». La cita era a las ocho y media de la mañana, en la iglesia de Santa María dell Grazie, en Via Gramsci. Catolicismo y comunismo, como en las historias de Don Camilo. El alma del grupo era Fortunato Bernardi, 58 años, llamado 'Il Proffesore' porque daba educación física en un colegio. También llevaba un gimnasio muy conocido y era tío de una joven promesa del Inter. Luego había un jefe de un concesionario Renault, dos abogados, uno de ellos tesorero del colegio local del gremio, o Pasquale De Luca, 35 años, el más joven, informático. Otro regentaba una tienda de máquinas de coser. Y un mecánico, cuyo hermano es uno de los tres del grupo que ha salido vivo del accidente, aunque dos están muy graves. Había más en la pandilla, pero la suerte les salvó.

El domingo iban otros cuatro, pero se dieron la vuelta por la lluvia. Otro del grupo, el farmacéutico, había trasnochado en la discoteca y al volver a casa se encontró con uno de ellos, ya montado en la bici, que le intentó animar para que se uniera a ellos, pero se fue a dormir. Un cronista de 'La Repubblica', aficionado al ciclismo, Maurizio Crosetti, escribió ayer: «La mansedumbre del ciclista, que cuando se mueve no hace daño ni ruido, acompañado solo del roce del viento, simboliza su fragilidad». El funeral será hoy en el estadio municipal.