Opinion

Tranquilidad

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Qué triste, ¿no?, que en España para ganarte la vida como político profesional tengas que renunciar a tus principios. Qué triste para sus administrados, porque aquéllos superan el trauma inmediatamente, gracias al sueldo y demás privilegios del cargo. Ahí tenemos como ejemplo al nuevo ministro Valeriano Gómez, que, haciendo honor a su nombre, con la misma tranquilidad con que participó en la huelga general se dispone ahora a aplicar la reforma laboral.