CARTAS A LA DIRECTORA

La divina Pastora

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Hace unos días, paseando por mi barrio de antaño, bajando la cuesta desde el Campo del Sur hasta los callejones, punto de inflexión donde cambia la pendiente la calle Sagasta, una de las más largas de nuestra ciudad, me detuve ante una iglesia del siglo XVIII. En mi niñez, recuerdo que me gustaba pararme para mirar dos capilletas que había en su fachada en las que se veía en su interior a la altura de mis ojos, la imagen de la Pastora Divina con sus ovejitas.

Un día, que ya de mayores pasábamos mi mujer y yo por delante de este templo, entramos para conocerlo mejor, ya que de pequeño no recordaba haberlo visitado. Me impresionaron los tres hermosos retablos que adornan los testeros interiores realizados en madera estofada y dorada por el especialista Julián Jiménez. Pero lo que verdaderamente me sorprendió fue el crucificado del Buen Viaje, obra italiana del siglo XVIII, que hay en el retablo de la izquierda según miramos al del altar. Aquella imagen se me quedó tan dentro que desde entonces, no he podido olvidarla ni a ella, ni a todo su conjunto escultórico que la rodea y a todo su edificio convirtiéndome en un viñero seguidor de su conservación. Me informé de su deterioro amenazante en su estructura externa, sobre todo en la cúpula que es única en su estilo arquitectónico y de que lo sacerdotes titulares, sucesivamente, hicieron un gran trabajo preocupándose por darlo a conocer y que cuando llegó a oídos de la alcaldesa, doña Teófila, no dudó un instante en aportar su apoyo técnico y económico, consiguiéndose la restauración de toda la estructura del edificio en cúpula y muros cargaderos gracias a su intervención, que permitirá esperar un mejor momento económico para continuar con la restauración del interior y así poder salvar otra joya de nuestro patrimonio histórico artístico cultural y que no ocurra como en el caso del Monasterio de Santa Catalina de la orden de los monjes Capuchinos, suceso de todos conocidos. Más no me gustaría terminar este breve escrito de denuncia ciudadana sin exhortar a mis ex vecinos de barrio viñero a que se debería crear como una comisión de amigos de los cuatro templos que circundan nuestro territorio, La Palma, la Divina Pastora, San Lorenzo y el triste recuerdo de Santa Catalina, así como gestionar con otros entes institucionales y financieros su colaboración, para junto con la inestimable de nuestro Ayuntamiento proteger nuestro patrimonio viñero, que es de lo que se trata sobre otras consideraciones.