Un 'peshmerga' kurdo grita durante un duro entrenamiento en la base de Kirkuk para los futuros integrantes del Ejército iraquí. :: REUTERS
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Al-Qaida ocupa el vacío americano

La banda terrorista copia la táctica del Pentágono y compra a las milicias suníes para controlar Irak tras la retirada de las tropas de EE UU

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Las fuerzas de combate americanas abandonarán Irak a finales de mes y Al-Qaida parece dispuesta a llenar ese vacío. La organización terrorista habría lanzado una campaña de captación de milicianos a lo largo de las zonas suníes de todo el país para imponer su ley a partir del día 31. La fórmula para sellar su regreso sería la misma que el general David Petraeus utilizó a partir de 2005 para luchar contra sus acciones: el dinero. La red de Osama bin Laden pretende comprar combatientes de las milicias del Despertar Suní (Sahwa, en árabe), también bautizados como Los hijos de Irak. Esta nueva táctica fue desvelada por dos responsables de estos grupos paramilitares al diario británico 'The Guardian'. 'Al-Qaida vuelve por la puerta grande', titula el diario.

El general David Petraeus, actual máximo responsable de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, fue el ideólogo de las milicias del Despertar Suní, que se formaron a base de comprar a miembros de la resistencia y a líderes tribales que tras la caída de Sadam Hussein y el florecimiento de los rebeldes chiíes decidieron aliarse con Al-Qaida, de su misma confesión suní. Decenas de miles de activistas empezaron a recibir sueldos de Estados Unidos en todo el país pérsico a cambio de su colaboración, hasta que a comienzos de 2009 se transfirió esta competencia al Gobierno de Nuri al-Maliki y empezaron los problemas.

Retrasos en las pagas

En los últimos meses sus sueldos se han reducido, se les paga con retraso y las autoridades sólo han incluido a una pequeña parte en las Fuerzas Armadas. Hoy apenas se ve milicia en las ciudades iraquíes por el descontento por las promesas incumplidas y la indefensión al estar en el punto de mira de los terroristas. De hecho, el 18 de julio realizaron un doble atentado en las oficinas donde los ex milicianos reciben sus nóminas y mataron a más de cuarenta personas.

Si la guerra en Irak llevó en su momento al ostracismo a la campaña afgana, ahora se vive la situación contraria. Washington muestra prisa por cumplir los plazos acordados, aunque los responsables de seguridad son conscientes de que el país pérsico precisará de su apoyo y asistencia durante largos años, especialmente para el manejo del material bélico de última generación que adquiere su Ejército.

Estados Unidos retirará sus fuerzas de combate siete años después de la caída de Sadam y dejará tras de sí un país sin Gobierno cinco meses después de las elecciones y, según la información de 'The Guardian', con Al-Qaida en plena fase de recuperación. Los plazos de la marcha de los americanos fueron fijados con la certeza de que a estas alturas Irak contaría con instituciones capaces, pero el vacío de poder y la inestabilidad son la tónica en los ministerios.

Los datos sobre las víctimas causadas por acciones de la insurgencia tampoco invitan al optimismo, ya que julio se convirtió en el mes más sangriento de los últimos dos años, según las autoridades de Bagdad. 535 personas perdieron la vida y otras 1.043 resultaron heridas.