Opinion

Crónicas pisanas (111)

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Hoy nos hemos acercado a Lucca, la ciudad en la que en el año 56 a.C. se celebró el encuentro entre Julio César, Craso y Pompeyo, futuros triunviros del gobierno de aquella Roma que comenzaba a dejar de ser republicana para transitar por caminos de Imperio. La que acogió a Dante durante parte de su exilio o rivalizó con Bizancio en las sedas. Aquella que bajo la tiranía del Condotiero inspirador de Maquiavelo, Castruccio Castracani, Duque de Lucca y vencedor de los güelfos de Florencia en la batalla de Altopascio, se convirtió en un estado líder del centro de Italia, hasta la muerte de Castracani, en 1328. La que pintó la palabra 'Libertas' en su bandera. Junto a la gran Venecia, Lucca fue la ciudad-estado italiana más extensa con una constitución republicana. Napoleón se apoderó de ella en 1805 y puso a su hermana Elisa al mando, como Reina de Etruria. Quizá por su pasado escenario de guerras y conflictos, sus murallas han resistido el paso del tiempo, como si se hubieran hecho fuertes en la historia pretérita, queriendo legar al futuro la visión de lo que fue su ayer. Pero no todo fue guerra en Lucca. También fue cuna de grandes músicos, como Boccherini y Puccini. Y las ricas fachadas arqueadas de sus muchas iglesias medievales, suntuosamente construidas en forma de basílica, dan cuenta de lo que fue su histórico esplendor. Lucca es de esas ciudades con encanto, y perdón por el tópico, en las que resulta agradable dejarse llevar, abandonarse al anárquico recorrido prescindiendo del plano e ir saboreando los lugares que salen al encuentro. Así, desde Porta Vittorio Emmanuelle a Porta Elisa, vamos encontrando toda una sucesión de momentos arquitectónicos: Sant'Alessandro, el Palazzo Pretorio, San Giusto, el Palazzo Cenami, salpicados de esos otros no menos gustosos momentos gastronómicos en los que olores y sabores te dan la bienvenida a un mundo de pequeños y honestos placeres. Desde el Colline Lucchessi hasta el Bucellatto. O los siempre presentes Gelati, saboreados tranquilamente a las faldas de la Passegiata delle Mura.