REFLEXIONES

ESPAÑA Y EL MUNDIAL

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Llevamos ya cuatro días de Mundial y España todavía no ha entrado en liza. Bueno, buenísimo. Lo hará mañana, después de que Argentina, Francia, Italia, Brasil, Portugal, Holanda, Inglaterra y Alemania hayan depositado ya su primera carta sobre el tapete verde. No, no estamos hablando de una partida de póker, sino de fútbol. La selección española comparecerá en el último lugar, como cuando el líder de una gran vuelta ciclista afronta una lucha contra el crono. Los chicos de Del Bosque se estrenarán conociendo los resultados y las sensaciones (esto es lo más importante en estas alturas de la competición) que han mostrado sus rivales. Igual que ante Polonia eran conscientes de que debían dar un golpe de efecto tras una discreta imagen frente a Arabia Saudí y Corea, sabrán cuál es el rendimiento que deben ofrecer para colocarse definitivamente en la pole position de favoritos al título. Porque hay algunos 'coches', como el alemán, que siempre muestra una gran fiabilidad en las grandes citas. Ahora bien, me río yo de ese globo que han empezado a hinchar algunos iluminados a raíz del 4-o con el que le dieron la bienvenida a Sudáfrica a los australianos, en un partido en el que la diferencia de edad entre una plantilla y otra era la más alta de la historia de la competición.

No voy a ser yo el que ponga en tela de juicio que los teutones han llevado a cabo un relevo generacional más que aceptable y que cuenta con jugadores brillantes como Ozil o Müller, pero la diferencia actual entre España y esta selección es abismal. No hay que volverse locos, pero tampoco perder la cordura. Y la cordura te dice que esta vez sí somos los mejores. Tenemos el mejor equipo. Somos los que mejor jugamos. Sólo hace falta que acompañe la suerte en las rondas finales y que no afloren los nervios ni la responsabilidad de tener que ganar sí o sí por el ambiente que se genere. Y si no, que se lo pregunten a la 'bomba' Navarro y el Barcelona de Baloncesto.