Manoletina de un hierático Fran Gómez ante el segundo novillo de la tarde. :: FRANCIS JIMÉNEZ
Sociedad

Oreja para Galván y vuelta al ruedo de Fran en una novillada sin brillo

Los utreros de Ruiz Miguel, mansos y huidizos, no ofrecieron facilidades a una terna que sólo pudo dejar destellos de torería

EL PUERTO. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Debutaba Ruiz Miguel como ganadero en la lidia de utreros y el balance final del juego ofrecido por sus animales seguro que debe distar mucho del que tantas veces haya soñado. Novillos mansos, que embistieron con brusquedad a los capotes y que tendieron a la huida durante los últimos tercios. Novillada que, aunque mostró cierta nobleza en las embestidas, no contribuyó al triunfo de una joven terna que tantas esperanzas tenía depositadas en este festejo.

A pesar de que el segundo sobrero reseñado pertenecía al hierro titular, el quinto astado de la tarde lucía la divisa de la vacada de Torres Gallego. Incomprensible contradicción, pues si un animal ha pasado el reconocimiento y pertenece a la ganadería anunciada debe ser lidiado entre los seis titulares. Un reconocimiento veterinario no consiste en un aluvión de reses presentadas de diversos hierros con el fin de elegir seis entre ellas. Si al aficionado se le anuncia una ganadería y se aprueban seis ejemplares de ella, esos son, y no otros, los que deben lidiarse.

Muy serio y astifino resultó el remiendo de Torres Gallego, al que Fran Gómez saludó con enjundiosas verónicas en las que movió con soltura y garbo los brazos. Tras una vara larga y fuerte, el espada gaditano solicitó el cambio de tercio y se encontraría con un novillo encastado y áspero, de serio comportamiento y múltiples complicaciones. De embestida corta y con la cara alta, desarrollaría sentido durante la lidia, hasta el punto de perpetrar coladas aviesas durante el trasteo. Verificado el panorama, pronto empuñó Fran la espada para acabar al segundo intento con su enemigo. A punto había estado Fran Gómez de obtener la oreja del segundo de la tarde, un utrero que topó con violencia las capas pero al que veroniqueó con decisión tras recibirlo con dos largas cambiadas. Un quite por airosas chicuelinas, abrochadas con revolera,constituyó la rúbrica a una entonada labor capotera.

Muleta en mano, dibujó dos tandas cuajadas en redondo en las que aguantó firme la encendida y boyante embestida de la res, hasta el punto de ligar con templanza y quietud los muletazos. Menos largura y emoción presentaría el novillo por el pitón izquierdo, por lo que volvió Fran a la derecha para plasmar un final de faena compuesto por cortas series y manoletinas. Tras un pinchazo, cobró una estocada algo trasera y se le solicitaría una oreja, que el usía denegó, al entender que la petición no poseía un carácter mayoritario.

Manseó en los primeros tercios el tersero de la suelta, con el que David Galván se doblaría por bajo, con majeza y torería, en los albores de su trasteo. Cuando Galván procedía a estirarse en redondo, una vez dominado el novillo, éste, al saberse derrotado en la pelea, emprende la huida, rehúye la lid y se aquerencia frente a chiqueros. Terrenos done el isleño ejecutó el postrero tramo de su trasteo a base de un encimismo casi obligado y recurrente.

La única oreja del festejo la cortaría David Galván después de volcarse con toda el alma en una gran estocada al volapié sobre el utrero que cerraba plaza. Resultó prendido en el encuentro y zarandeado por la hombrera en unos segundos angustiosos. Por fortuna, todo quedaría en el susto. Momentos antes, este prometedor novillero había dejado la impronta de una marcada personalidad torera, de un sello propio a la hora de ejecutar las suertes, plenas de templanza y armonía. Sólo dos tandas de derechazos le aguantó su oponente antes de rajarse de manera definitiva en tablas, lugar donde culminaría con circulares y manoletinas.

No tuvo suerte el rondeño Rafael Tejada con el juego ofrecido por su lote. Ante un primero con marcada tendencia a rajarse consiguió naturales sueltos con cierta profundidad y temple.Con el soso, abanto y descastado cuarto, nada lucido pudo hacer.