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La revolución de Quique

El técnico madrileño aplicó diez mandamientos para reflotar un equipo hundido y hacerlo campeón

HAMBURGO. Actualizado: Guardar
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Si el Atlético ha vuelto a conocer las mieles del triunfo, en gran parte se lo debe a Quique Sánchez Flores, ahora idolatrado pero fichado como tercera opción, por el no de Laudrup y Spalletti, y visto con recelo por su pasado madridista. Aunque él siempre subraya que el fútbol es de los jugadores, éste es un claro ejemplo de la revolución que puede llegar a obrar un técnico. Tomó las riendas de un equipo caótico y lo ha transformado en un bloque campeón. Sus fieles lo atribuyen a diez mandamientos:

Juicios públicos

Desafió el tópico de que los trapos sucios se lavan en casa y, sin citar nombres, invitó a la reflexión de sus jugadores y apeló a su orgullo al airear las deficiencias. «Me habéis defraudado. A partir de ahora, contaré sólo con los que no lo hagan. Nos pegamos tiros en el pie», dijo tras la hecatombe ante el Recreativo (3-0 en la ida copera), el punto de inflexión de la temporada.

Equipo tipo

Dicho y hecho. Quique apostó por un equipo tipo con mínimas variaciones, aunque alguna básica como Jurado, un suplente tan necesario que ha disfrutado de minutos en todos los encuentros. En décadas venideras, los atléticos recordarán el once que les permitió volver a tocar el cielo en Hamburgo. Igual que ocurrió en el doblete del 96.

Mejoría física

Resulta milagroso que los rojiblancos hayan aguantado sin apenas lesiones musculares un curso en el que han jugado más partidos que nadie y apenas rotaron, salvo en el tramo final de Liga. Es mérito de Quique, de su planificación y del trabajo del 'profe' badalonés Jordi García, su preparador físico.

Apuesta por De Gea

Abel se lo pensó, Santi llegó a cambiar de portero en el único partido en el que estuvo como entrenador interino, pero Quique se la jugó al cambiar de guardameta. Asenjo era el fichaje estrella pero acusó nervios y se mostró indeciso. La grada la tomó con él y el técnico se la jugó con De Gea, otro portero joven que sufría como suplente del suplente e incluso meditó abandonar después de negarse a ir cedido.

Recuperación de Reyes

Quique ha conseguido que Reyes se sintiese de nuevo futbolista. Le conocía del Benfica y enseguida le brindó la titularidad. El utrerano lo agradeció tanto que se convirtió en figura clave del equipo. Luchó, brilló y la afición convirtió las críticas en elogios.

Descubrimiento de Dominguez

Era un jugador de relleno en el Atlético. Debutó el curso pasado ante el Liverpool en 'Champions' pero sólo jugaba por necesidades del guión, y muchas veces en el lateral izquierdo. Quique le dio continuidad y los rojiblancos han ganado un central zurdo para muchos años que, salvo sorpresa, será internacional. Y su partido de ayer, basta como prueba.

Perea es indiscutible

Se había convertido en un muñeco de 'pim-pam-pum' por culpa de sus continuos errores técnicos. La grada no le soportaba pero Quique insistió en él porque, sencillamente, es el más rápido y el que mejor va al corte de toda la zaga. Ahora se acerca al Perea que llegó y formó un tándem envidiable con Pablo.

Disciplina defensiva

Quique consiguió que su equipo no se partiera, algo impensable con Aguirre y en los últimos meses con Abel. Logró que las líneas se juntasen y que Simao y Reyes se viniesen al centro a la hora de defender. Assunçao aportó equilibrio defensivo y Raúl García, infrautilizado en la Liga desde la llegada de Tiago, asumió mayor responsabilidad.

Atención en la estrategia

Tanto le obsesionó al técnico la defensa de las acciones a balón parado que llegó a un pacto con los jugadores: quien fallase por falta de atención, se iría al banquillo. Y el castigado fue Domínguez.Permitió el remate de Godín, el central del Villarreal, y al momento fue reemplazado por Valera.

Sintonía con Forlán

El uruguayo llegó a ser un problema. Se le comparaba con el jugador que ganó la 'Bota de Oro' y salía perdedor. Flirteó con el Madrid y la afición llegó a increparle. Tan cuestionado se sintió que explotó el día del Athletic al marcar y encararse a la grada. «¡Chupádmela!», espetó al más puro estilo maradoniano. Pero Quique le dio cariño y Forlán fue decisivo en la Liga Europa.