Chanquete, Versace y un esquimal

En el Real te puedes encontrar muy diferentes ambientes. Sevillanas, rumbas, tangos y bulerías copan los estilos musicales en las casetas más clásicas y ortodoxas del González Hontoria. Luego existen otros lugares donde el chunda-chunda y el reaggeton se mezclan con las anteriores músicas. Y por último están los antros y tugurios en los que se han convertido las casetas de los jóvenes entre 16 y veintipocos. Allí, día sí y día también la policía nacional tiene que imponer su ley ante los brotes de salvajismo y violencia que provocan el alcohol y otras sustancias consumidas sin mesura. Yo también fui joven una vez y también había casetas para jóvenes cuando yo lo era. Pasar pasaban cositas, pero en comparación con las que ocurren ahora, los de mi generación éramos más buenos que Lassie amarrada y teníamos menos peligro que una piraña mellada. Sin embargo hoy día vemos como la policía tiene que mediar en trifulcas, reyertas y tánganas en las que intervienen jóvenes más peligrosos que un indio detrás de un árbol y con más malas ideas que el que le pegó la pedrada a Chanquete.

Pero este vandalismo juvenil no va a eclipsar la que está siendo la mejor Feria del Caballo de 2010. Enganches y caballos dan cada jornada un toque de señorío al Real. Es una gozada ver a estos bellos equinos recorriendo el recinto ferial con una majestuosidad y con un empaque que impregna de arte el albero. Aunque además de con arte también lo deberían de haber impregnado con la sustancia esta que hace que no se levante, que por momentos parece que vamos andando por el Sáhara y en vez de caballos vamos a tener que poner camellos paseando. Por cierto, Caballos y Enganches, también podía haber sido el título de una película taleguera, de cine quinqui de éstas de los años 80, como El Pico.

Ayer estuve en la Caseta de Ikea, en la de Donde caben dos caben tres, pero la verdad es que no cabía ni un alfiler, la gente estaba más apretada que un dedo en el culo, con perdón. Allí pedí una jarra de Rebujito y me dieron una bolsa de hielo, media de fino, una matita de hierbabuena y dos refrescos de Seven Up y me lo tuve que hacer yo. También pedí una tortilla y me dieron 100 gramos de papas y dos huevos. Fui al cuarto de baño y tuve que montarlo, que cuando terminé ya me lo había hecho encima. Además para llegar a la barra me hicieron pasar por toda la caseta por fuerza. Hay que ver los suecos estos.

En la Feria hay más mujeres guapas que en el entierro de Versace. Además conforme van pasando las horas y el colocón va a adquiriendo exorbitadas dimensiones, el número de mujeres guapas aumenta, lo que ocurre es que el número de tonterías que uno hace y dice también aumenta.

Cuando el Lorenzo se retira a sus aposentos y el poniente dice aquí estoy yo he echado de menos una rebequita y/u/o chupa ya que a esas horas pasa uno más frío en el Real que en el cumpleaños de un esquimal. Espero haber aprendido la lección y en el próximo inventario pre marcha para la feria no falte en mi equipaje alguna prenda de manguita larga. No pienso pasar más frío que haciendo botellón en el porche de la casa del Yeti, nunca mais.

Ya nos encontramos en el sprint final de la mejor Feria del Mundo. Estos días se dan cita en el Real mucha gente de fuera de Jerez para disfrutar del pedazo de fiesta que montamos cada año los jerezanos. Recibámosles con los brazos abiertos y demostrémosles que en Jerez hay arte y buena gente para dar y tomar. Provoquemos que se sientan más a gusto que un sopón en un plato de menudo. Que les quede claro que la Feria del Caballo es más divertida que una manifestación de payasos.

Bueno, que me voy para Equisur, que a ver si vendo un Dos Caballos rojo que tengo y luego tango que ir a recoger a la piscina cubierta a mi caballo de mar, que luego voy a llevarlo a la feria y me voy a montar en él vestido de neopreno con mi arpón y todo.